El viaje del calígrafo
Texto de Arianna Squilloni
Ilustraciones de Samuel Castaño
Editorial Juventud, 2018
Tengo la suerte de haber conocido a Arianna Squilloni y de haber disfrutado de sus palabras, así que cuando leo este pequeño y hermoso texto creo entender su afán por transmitir el amor por las historias, el conocimiento, los relatos y quienes los crean, escriben y transmiten.
¿Constituye este libro un homenaje a todas las personas que relatan? ¿Nuestra propia vida puede convertirse en historia, es decir, somos nosotros el relato? ¿Las palabras que nos cuentan se parecen en algo a aquello que describen? ¿O son un mero código que nos ayuda a la simple transmisión de la información? Me hago estas preguntas porque el texto asegura que “los trazos que componían el nombre de las cigarras chirriaban como un mediodía de verano”. ¿Alguna vez habéis oído el chirriar de las chicharras en un día de calor en el mediterráneo? Yo no sabría trazar ese sonido, pero sí que tiene un lugar fundamental en el catálogo de mis sonidos favoritos.
¿Representan las guardas de este álbum el tiempo necesario para que el ser humano haya llegado a trazar esos senderos que nos conectan y también nos alejan, como en este momento en que el miedo viaja a mayor velocidad que su relato?
Después de leer este fragmento: “El cuerpo entero del calígrafo fue el pincel que dibujó sobre la tierra las palabras que lo acompañaban en su viaje” y contemplar la ilustración en esa página…no me quedan muchas dudas. Aunque sí tengo alguna respecto a haber sido capaz de transmitir la emoción que me produce la lectura de esta historia, la misma duda que me asalta a la hora de preguntarme si les llegará a las gentes más menudas. ¿Les emocionará este viaje por la historia, los relatos, las palabras y los viajes?
Quien sí sabe de trazos es el joven ilustrador colombiano Samuel Castaño, que la acompaña y refuerza con su original técnica, mezcla de dibujo y collage.
Ana Monte, febrero 2020
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