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SWEET SIXTEEN

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Sweet Sixteen

Annelise Heurtier

Editorial Milenio

Aproximadamente 180 páginas y letra grande. Apenas dos docenas de capítulos repartidos entre dos protagonistas. Un hecho real.

Eso es objetivamente Sweet Sixteen. Una novela juvenil, porque está protagonizada por adolescentes, por jóvenes. Una novela que narra en dos voces un suceso: en 1958 un grupo de nueve estudiantes negros intenta estudiar en un instituto de blancos en Little Rock, una población de Arkansas. La segregación aún está vigente y aunque son apoyados por algunos grupos partidarios de la igualdad de razas, sufren en sus carnes el odio y los ataques violentos, físicos y verbales, de toda una sociedad blanca que ve amenazada su primacía y que lleva a gala su ignorancia.

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Molly (personaje basado en uno bien real, Melba Pattillo) tiene 15 años, es inteligente y sueña con tener las mismas oportunidades que los blancos. Porque ella es negra. Molly sólo quiere estudiar y progresar. Y ser querida y valorada. Y valiente.

Grace es blanca, estupenda, divina. Grace quiere gustar y gusta. Tiene una criada negra a la que no sabe que quiere y de la que desconoce todo y un baile a la vista al que desea ir acompañada por el chico más popular del instituto. Grace es una experta en pensar en sí misma, pero su vida cambiará por culpa o gracias a los nueve de Little Rock. Y hasta aquí puedo leer.

Hace unos días tuve la suerte de que me recomendaran esta novela. No es que no confiara en el recomendador, pero una es así como Santo Tomás y, o prueba en sus carnes la lectura o… No siempre apetece leer literatura juvenil. Y no siempre engancha la literatura juvenil.

Bien, pues me ha apetecido y me ha enganchado. Molly y Grace me han atrapado con sus vidas y sus sueños, con sus miedos y sus realidades. Me he visto en ese instituto y he sentido una pena horrible por Molly y una verguüenza ajena espantosa por mi color de piel. He aborrecido a esas mujeres blancas de rebecas abrochadas a la altura del cuello y collares de perlas de dos vueltas; y he sentido el calor de los abrazos de una abuela de piel arrugada y oscura. Me ha resquemado el eufemismo “moreno” y su carga de prejuicio; me ha asqueado el profesorado de piel pálida y moral borrosa; me han atemorizado el KKK y sus capirotes. Pero también he visto esperanza y me ha gustado ese desplome de prejuicios en torno a Grace, porque a pesar de su imagen de rubia tonta, ella es bastante más.

Y lo que creo que es mejor: me he quedado con las ganas de saber y contar, porque dándole voz a ese pasado se hará presente y no se olvidará. Porque hay que seguir trabajando y recordando.

Sweet Sixteen está moviendo sus caderas al ritmo del mejor Elvis por las aulas y está atrapando con sus acordes a unos adolescentes que puede que no sean de color, pero que mil y una veces se sienten distintos al resto. ¿Y quién no?