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ELLING. HERMANOS DE SANGRE

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Ambjornsen, Ingvar.
Barcelona : Nórdica Libros, 2012
265p. ; 22 cm
Traducción:  Gómez Baggethun, Cristina.

Solamente con mencionar Noruega me viene a la cabeza la idea de un país con gentes organizadas y silenciosas. Y en este contexto hay que situar a los protagonistas del libro: Elling y su amigo de nombre impronunciable para mí, Kjell Bjarne. Ambos adultos y con infancias difíciles a sus espaldas, residen en un piso tutelado por el Estado, después de haber pasado una temporada en un centro para personas con problemas psicológicos.

Elling es el narrador de esta historia y en primera persona nos va contando sus avances en esta etapa de regreso a la sociedad; porque lo que para cualquier ciudadano de a pie es una acción sin importancia, para Elling y su amigo supone todo un reto. Uno tras otro, los van superando. Cuando consiguen dejar de lado la adicción de ambos a las líneas eróticas, deciden salir del piso y comer en un restaurante, dan paseos y van conociendo a otras personas. Elling entabla amistad con un poeta y Kjell Bjarne se enamora de una vecina embarazada. Quizás esto se debe a que a Elling le interesa sobre todo la poesía, sin sentir ningún interés por el sexo, ya que es asexual, y a Kjell Bjarne una de las cosas que más le interesan es el sexo, aunque es virgen. Tanto el poeta, llamado Alfons Jorgensen, como la vecina embarazada, de nombre Reidun Nordsletten, están tan solos en la vida como los dos protagonistas principales del libro. Y esta amistad entre los cuatro nace con el conocimiento de Frank, el asistente social asignado por el Estado para supervisar los avances de los dos amigos. A partir de este momento el grupo disfrutará del viejo coche de Jorgensen, de unas vacaciones peculiares, del nacimiento de la hija de Reidun y de un recital de Elling un tanto particular.

Ingvar Ambjornsen  (Noruega, 1956), publicó este libro en 1996, el tercero de la tetralogía Elling, iniciada en 1993. Con gran éxito desde el primer momento, normaliza la vida de aquellos que están al margen de los cánones establecidos para una sociedad “normal”, utilizando un tono amable y cercano, incluso cuando describe situaciones cómicas protagonizadas por los dos hombres.

De esta serie se han rodado varias películas y también ha sido llevada al teatro.

La traductora, Cristina Gómez-Baggethun, es noruega por vía materna y desde los diecisiete años traduce libros del noruego al castellano, aunque también domina el inglés y el alemán. Reconocida con varios premios, su trabajo en esta obra es impecable.

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DE LOS LIBROS

Montaigne

Autor: Montaigne, Michel de (1533-1592)

Título: De los libros / Michel de Montaigne ; ilustraciones de Max ; traducción de María Teresa Gallego.

Editorial: Madrid : Nordica, 2019 (1ª edición)

Descripción física: 56 p. : il. ; 19 cm.

ISBN:978-84-17651-25-1

CDU:821.133.1-4″15″

Ilustración: Max

Traducción: Gallego Urrutia, María Teresa.

He leído pocos ensayos y casi nunca lo he hecho por placer, sino por indagar sobre un tema cuando la ocasión lo ha requerido. Cuando cae, además, en mis manos un ejemplar de pocas páginas, sea del género que sea, tiendo a pensar que su lectura va a resultarme algo dificultosa.

Michel de Montaigne (Saint-Michel de Montaigne, Francia, 1533-1592), filósofo, escritor y humanista en su época, está considerado el creador del ensayo como género literario. El título que nos ocupa pertenece, de hecho, a su obra Ensayos, comenzada a escribir en 1572.

En De los libros presenta tanto aquello que le gusta como lo que le disgusta en cuanto a diferentes autores y obras, y lo hace con una redacción atemporal en la que prima la sinceridad y la franqueza y que encaja con los cánones y reflexiones habituales de la modernidad.  Así, en la página 12, con la frase No se fije nadie en los temas que trato, sino en la forma en que los trato, nos hace una declaración de intenciones, opinando, siendo crítico con otros autores y consigo mismo, reconociendo su falta de conocimiento sobre algunas cuestiones y dejando al lector con una idea: para opinar de la manera en la que él lo hace ha tenido que leer mucho y meditar largo y tendido sobre lo leído.

Montaigne busca en los libros entretenimiento, y si no entiende lo que dicen, no insiste y deja su lectura. Nos informa de su pensar de una manera adecuada y directa cuando nos dice que le interesan los libros Antiguos porque le parecen más completos que sus contemporáneos. Para él son importantes autores como Virgilio, Lucrecio, Catulo, Horacio, Lucano y Terencio. Sin embargo, Ariosto y Ovidio no le dicen nada. Tampoco siente atracción por los Amadises y le es grato, sin más, el Decamerón. Compara a Plutarco y Séneca, resaltando las virtudes de cada uno. De Cicerón saca provecho de sus obras de filosofía y moral, aunque es un autor que le resulta aburrido. Los historiadores le son gratos y fáciles. Alaba a Salustio, pero sobre todo a César, al que considera perfecto y excelente.  Y todas estas lecturas las ha realizado con el principal objetivo de conocerse a sí mismo, de no aburrirse y de encontrar respuestas.

La redacción está hecha en primera persona, con un lenguaje ágil, sin adorno, explicando cada una de sus reflexiones y decisiones y hablándole directamente al lector, admitiendo que no le importa empezar un libro y, si no le agrada o le es aburrido, dejarlo inacabado, ya que no está dispuesto a perder su tiempo con lecturas que no le aportan nada. Y en mi opinión aquí radica la originalidad de Montaigne.

Max, pseudónimo de Francesc Capdevilla (Barcelona, 1956), ilustra 9 páginas, el exlibris y la cubierta de esta edición, dándole un aire actual a la estética e indumentaria francesa del siglo XVI, así como el toque de humor que completa las palabras del ensayista.

La responsabilidad de la traducción ha caído en manos de María Teresa Gallego Urrutia (Madrid, 1943).  Con una gran trayectoria profesional y numerosos premios, ha transcrito obras de más de cien autores. Su interpretación de las palabras de Montaigne es un valor más para elegir la lectura de este libro.

De la suma de autor, ilustrador y traductora resulta un ejemplar atractivo, coherente y sin defectos que invita a su lectura. Eso sí, una lectura lenta que permita saborear cada pensamiento del autor y releer cada línea cuantas veces sea necesario.

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EL RÍO

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Título: El río.

Autora: Ana María Matute.

Ilustradora: Raquel Marín.

Madrid: Nórdica Libros, 2019.

Mansilla de la Sierra fue uno de los pueblos afectados por el plan hidrológico llevado a cabo en España a mediados del siglo XX, quedando desde entonces sumergido bajo las aguas del embalse que recibe su nombre. Pero en tiempos estivales, en los días en los que el calor aprieta y el agua se evapora, los restos de sus casas, sus calles o su iglesia, se dejan ver, permitiendo recordar que en un pasado aún cercano estuvieron llenos de vida y de vivencias.

Ana María Matute (Barcelona, 1925-2014), vivió en Mansilla durante una etapa de su niñez cuando, enferma, sus padres la trasladaron a la casa natal de sus abuelos.

El Río se compone de 49 capítulos cortos, de 2-3 páginas, 49 recuerdos de aquella época infantil, recuerdos a través de los cuales el lector saborea el pan que allí se horneaba, las nueces y las moras. La autora nos muestra al perro Moro, a los alumbradores, a los hermanos o al hombre de chocolate. Abriéndose al lector le permite sentir su tristeza y su alegría, pero sobre todo a través de esta lectura le deja entrar en la memoria de una etapa de su infancia ya pasada.

Nórdica Libros ha recuperado este relato escrito en 1963 y publicado en 1975, añadiendo en esta edición las ilustraciones de Raquel Marín, una freelance fan de la escritora que transmite con la sencillez de sus dibujos y sus cálidos colores, con predominio de marrones y verdes, las vivencias de la autora. La suma de autora e ilustradora hacen que esta apuesta de la editorial tenga todos los componentes para el éxito.

M. Dolores Pérez Lema

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SIETE PLANTAS

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Siete plantas

Dino Buzzati

Ilustraciones de Juan Berrio

Nórdica Libros

Entré en la clase de 2º de Bachillerato un jueves a última hora. Posé el maletín sobre la mesa, cogí una tiza y escribí en la pizarra:

“La literatura en los colegios debería ser un paréntesis dentro de la actividad diaria, una hora de sosiego en la que el alumno escucha, piensa en sus cosas o se duerme mientras el maestro lee en voz alta libros que no tienen por qué seguir el disparatado orden del canon escolar.” (Daniel Pennac)

Lo había pensado bien. El día anterior había devorado el libro Siete plantas, de Dino Buzzati y me había impresionado muchísimo. Supongo que porque soy una gran hipocondríaca… La historia de Giuseppe Corte, un hombre que ingresa en un sanatorio aquejado de una dolencia sin importancia y que poco a poco, y sobre todo por una serie de malentendidos, va descendiendo de planta desde la séptima hasta la primera, en la que se encuentran los enfermos terminales, me había desasosegado terriblemente.

Sabía que quería compartirlo con mis alumnos.

Calculé el tiempo de lectura: casi cincuenta minutos, justo una hora de clase.

Tenía que prepararme bien. Por una parte, la voz ¿Era capaz de leer en voz alta durante casi una hora sin que fallara? Sí, creía que sí. Había otro asunto importante. ¿Sería capaz de leer sin importarme lo que mis alumnos estuvieran haciendo, sin exigir que me prestaran atención? Era una de las condiciones de la actividad, pero no estaba muy segura de poder aguantarlo…

El caso es que me senté en la silla, sobre la tarima, y dije que eso es lo que íbamos a hacer: yo iba a leer y ellos podían hacer lo que quisieran. En completo silencio, eso sí. No se lo podían creer, aunque algún valiente dijo: “pues espera un minuto que saquemos cosas de la mochila, que mañana hay examen de Física y Química”.

Empecé a leer: “Tras un día de viaje en tren, Giuseppe Corte llegó, una mañana de marzo, a la ciudad en la que se encontraba la famosa clínica…”

Cuando el protagonista había bajado una o dos plantas, no lo recuerdo, eché una mirada al aula: tres o cuatro estaban, efectivamente, estudiando. Ester, claro, dibujaba; la mayoría simulaban escucharme, pero se notaba a la legua que no: Diego se había recostado sobre la mesa, tapando la cabeza con los brazos; sólo Alicia y Claudia, desde la primera fila, me miraban atentamente.

Continué: “El único, aunque pobre, consuelo de Giuseppe Corte, una vez que se encontró en la planta quinta, fue saber que según juicio unánime de médicos, enfermeras y pacientes, era en aquella sección el menos grave de todos…”

Los minutos pasaban. Yo los miraba de reojo y veía de vez en cuando que una cabeza se levantaba o que alguien fruncía el ceño. En la tercera planta, me interrumpió un momento un pequeño ronquido. Todos miramos hacia Diego, que se había quedado dormido, y alguno hizo un gesto de “ya verás ahora la que se va a armar…”  Pero yo seguí.

“A mí me han mandado que lo lleve a la primera, mire aquí…”

Quedaban sólo tres páginas y unos cinco minutos. Alguno empezaba a recoger sus cosas pero me habían hecho caso: ni un sólo ruido.

Leí el último párrafo muy despacio, intentando que sintieran la angustia del protagonista, que vivieran lo que yo había vivido el día anterior: “Volvió la cabeza al otro lado y vio que las persianas mecánicas, obedeciendo a algún misterioso mando, bajaban lentamente, cerrando el paso de la luz”.

Cerré el libro. Los miré durante unos segundos y en ese momento sonó el timbre. Fin de la clase. Ni una palabra. Despertamos a Diego que se asustó un poco al ver que estaba en el aula y todos fueron saliendo.

Alicia y Claudia lo hicieron las últimas, con la cara casi desencajada. Al llegar a la puerta, Claudia se volvió y me dijo: “Pero profe, no hay derecho a esto. ¿Cómo voy a comer yo ahora?¿Cómo estudio yo ahora por la tarde? ¿Cómo sigo yo a partir de ahora con mi vida normal?”

Yo me encogí de hombros y sonreí. No contesté.

Simplemente pensé: “Ha merecido la pena”.

Emma Cabal.

 

 

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PROYECTO ABUELITA

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Proyecto abuelita

Anne Fine

Traducción de Xesús Fraga

Nórdica Libros

Cuando hago alguna actividad sobre refranes con mi alumnado me doy cuenta de que apenas recuerdan unos pocos y otros los han ido sustituyendo por frases nuevas más propias de series melodramáticas juveniles que de esa sabiduría popular. Hay uno que siempre mencionan en sustitución de “no es oro todo lo que reluce”, o “las apariencias engañan” y es “no juzgues un libro por su portada”, aplicándolo, no a los libros precisamente, sino a las personas. Es entonces cuando les digo que, en el caso de los libros, la portada vaya si importa. Y tanto. Para bien o para mal.

Cuando vi la ilustración de la portada de Proyecto Abuelita, me fijé en el dulce título y leí el no menos amable resumen de la contraportada, me hice una idea completamente errónea de esta novela.

                Proyecto Abuelita es una apuesta valiente y bien desarrollada que sin remilgos nos enfrenta a una realidad tan actual y dura como la de las personas mayores dependientes, en una sociedad que no tiene ni tiempo ni espacio para ellas.

La editorial Nórdica recupera este libro de la autora Anne Fine, editado por primera vez en 1983, a través de su colección Nórdica infantil, a partir de una traducción del escritor y periodista gallego Xesús Fraga y con una bonita ilustración de portada, obra de Iban Barrenetxea. Ilustración a la que conviene volver entre capítulo y capítulo para apreciar el significado de sus detalles, de esa abuelita oronda y aparentemente feliz que nos mira. Dan juego también las guardas en las que contemplamos una habitación vacía, que parece no significar nada.

El libro se organiza en bloques divididos a su vez en capítulos de una extensión más o menos similar. Unos y otros aparecen precedidos por un breve título que nos pone en antecedentes de lo que vamos a leer. Desde el bloque titulado “Estúpida y glotona” hasta el último, “Despierta, ya”, la acción avanza inteligentemente, tan bien dosificada y distribuida que, al llegar al meridiano de la historia tenemos que recomponer nuestra visión inicial y pararnos a pensar que ni los malos son tan malos ni los buenos lo son tanto.

El título hacer referencia al “arma” que utilizarán Iván, Sophie, Tanya y Nicholas, nietos de la anciana Adelaide o Sra. Harrys, para evitar que sus padres, Natasha y Henry , la internen en una residencia de ancianos. De este modo quedan organizados los dos bandos enfrentados durante todo el hilo argumental: padres e hijos, y en medio la abuelita.

Iván y Sophie, los hermanos mayores, con una madurez incipiente, planean presionar a sus padres aprovechando un proyecto escolar de la signatura de Ciencias Sociales en forma de informe de denuncia sobre el abandono de los ancianos, y nada mejor para ello que tomar a su propia familia como modelo. Para ello necesitan la colaboración activa de sus hermanos pequeños, que esencialmente será teatral: lloros, pesadillas en mitad de la noche, angustia… atormentados por la idea de la marcha de la abuela. Y así se inicia el primer “Proyecto abuelita” que recogerá todas las situaciones conflictivas que sus padres viven por el esfuerzo que les supone atender a la anciana, especialmente a Natasha, su madre de origen ruso, que no puede ver ni en pintura a su suegra.

Pero, ¿por qué la redacción de un simple trabajo escolar puede tener tanta importancia? Pues porque Henry, el cabeza de familia, es el mediocre Jefe de Estudios del colegio de sus hijos. Ese proyecto, pues, pasará de mano en mano entre el claustro de profesores y lo dejará en evidencia.

Hay una fecha clave que servirá de desencadenante del plan: la cena que Natasha y Henry ofrecen en su casa al director del colegio y a otros colegas y amigos. Una cita anual que ilusiona e importa mucha al matrimonio. Pero como los personajes de esta novela son interesantemente complejos, Sophie flaquea, se compadece de sus padres e intenta convencer a su hermano, más revolucionario, de hacer las cosas de otra manera. Ya es tarde y todo se precipita.

En el ecuador del argumento, todo da un giro muy interesante: el contraataque. Los niños han sido descubiertos y pagarán por ello con una dura lección pero muy realista, ya que tendrán que convertirse en los cuidadores de esa abuelita a la que tanto quieren. Y llegados  a este punto hay que regresar nuevamente al refranero: “Obras son amores y no buenas razones”. Los sentimientos empiezan a ser contradictorios. Solamente Iván, como un héroe resignado, mantendrá la idea del proyecto aunque esta vez más nostálgico, ya que procurará recuperar los recuerdos de la vida de su abuelita, ese personaje continuamente latente que hace tambalear la vida de esta familia.

La anciana señora Harrys, en su mundo de luces y sombras seniles, habla poquito, pero a veces con tal fondo de verdad que sentencia las situaciones magistralmente  desarrolladas con ágiles diálogos en cada capítulo. Como cuando ella misma les espeta a todos en la cena del colegio, con infantil franqueza e ingenuidad:

-El día que tuve a Henry en mis brazos por primera vez mi propia madre me dijo: “Adelaide, ahora ya ha nacido. Y pronto comprobarás que mientras son niños harán que te duelan los brazos, pero cuando sean mayores harán que te duela el corazón”.

Anne Fine escribió esta obra con 36 años, ahora tiene más de 70. Me pregunto qué pensará de esta novela con la perspectiva que le ha dado el tiempo. Hay que poner en antecedentes a nuestros jóvenes lectores y lectoras sobre lo que van a encontrar en esta bonita narración que necesita cierta madurez y sensibilidad para abordarla. O quizás la sensibilidad también irá surgiendo a lo largo de su lectura.

El caso es que Proyecto Abuelita nos pone frente a nuestras propias contradicciones, nos acorrala con dilemas difíciles de solucionar, al menos rápidamente. Qué interesante sería poner en práctica los proyectos de Iván sobre su abuela. Un buen trabajo de campo en cualquier familia con personas ancianas dependientes quizás nos abriría los ojos a la problemática real que sufren. O si se quiere algo menos crudo, qué bonito sería recoger literariamente la narración de los recuerdos de  nuestros mayores, de los que aprenderíamos muchas cosas, pero una primordial: el respeto y cariño que les debemos, porque ellos fueron generosos con nosotros.

Alberto Lorenzo Villanueva.

 

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TOLSTOI “LO PETA”

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La muerte de Iván Ilich

Lev Tolstoi

Ilustraciones de Agustín Comotto

Nórdica libros

Tolstoi lo peta. Esta es la frase con que mi hijo Pablo, 16 años y estudiante de 1º de Bachillerato, resumió ‘La muerte de Iván Ilich’. Lector ávido, ha tenido que realizar una reseña sobre esta obra para su clase de literatura (después de leerla tengo que decir que es mucho mejor que la mía). Y coincido con él. Tolstoi lo peta.

Perteneciente a la antigua nobleza rusa, Tolstoi pasará durante su vida por diferentes crisis personales, que no sé de que manera concreta pudieron afectarle pero sí estoy segura de que enriquecieron enormemente sus libros. Éste es una clara muestra de ello.

Novela realista, describe de forma genial el estilo de vida de la burguesía de la Rusia decimonónica, sujeta a multitud de convencionalismos.

Iván Ilich es un funcionario de justicia, burgués medio, en la madrecita Rusia del siglo XIX. Casado, con hijos, su existencia gira fundamentalmente en torno a mantener el nivel de vida que considera inherente a su posición y por felicidad entiende conseguir pequeñas victorias sobre sus compañeros de trabajo, ganar en sus partidas de whist, decorar la nueva casa con un lujo que impresione a los invitados y mantener una relación de conveniencia y sin amor con su mujer evitando enfrentamientos en lo posible.

Así transcurre su vida hasta que aparece la enfermedad. Una enfermedad consecuencia de su propia hipocresía y que le hará enfrentarse a la verdad de la muerte, al tiempo perdido y al dolor de haber vivido una vida equivocada.

Tolstoi dibuja de forma magistral a sus personajes (tanto a nivel físico como psicológico y moral) y plantea problemas universales en los que todos podemos reconocernos.

Términos y expresiones como “decoro” o ‘comme il faut’ (como es debido), que abundan en la primera parte del libro, se van transformando paulatinamente en palabras ‘enormes’ como ‘verdad’, ‘miedo’ y ’muerte’ al final de la obra.

El autor ya resume de forma precisa esta transición en el capítulo II: ‘La vida de Iván Ilich no podía haber sido más sencilla, más corriente ni más terrible’ y ya casi al final del libro ‘como si hubiese estado bajando todo el tiempo montañas figurándose que estaba subiendo’.

En unas pocas páginas y con la mano de los genios, Tolstoi nos enfrenta a la esencia de la vida, a la verdad de nuestra existencia y al error de no preguntarnos acerca de lo que buscamos en realidad.

Creo que es una obra muy recomendable para nuestros alumnos de 4º de ESO y Bachillerato. Se lee fácilmente y el contexto, los valores y dilemas morales que plantea son extrapolables a cualquier época y lugar. Asimismo, las ilustraciones de Agustín Comotto en la edición de Nordica libros acompañan y completan el texto de forma genial. Deberían leerla y que Tolstoi lo siga petando.

 

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LOS ÁRBOLES SE HAN IDO

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Los árboles se han ido (Antología poética, 1921-1936)

Federico García Lorca

Ilustraciones de MO Gutiérrez Serna

Selección de Juan Marqués

Editorial: Nórdica Libros

Septiembre 2016

 

Este libro, en sí mismo una delicia para los amantes de la poesía, de Lorca y de la ilustración, se nos presenta como una “antología mínima” que a través de tan sólo 20 poemas (no son 20 poemas de amor y una canción desesperada, aunque en una de sus canciones, “Cortaron tres árboles”, esté inspirado el título del libro), unos más conocidos y otros menos, consiga mostrar los distintos poetas que habitan en Lorca desde 1921 hasta 1936. Para el editor de la misma están el surrealista, el infantil, el que produce ternura, el que provoca un escalofrío, el amoroso, el político, el sencillo, el desconcertante, el folclorista, el revolucionario, el feliz, el asustado, el hermético, el luminoso, el lacónico, el torrencial, el festivo, el trágico, el celebrativo y el que tiembla. Pero lo más interesante es que para cada lector pueden estar estos “Lorcas” u otros. ¡Quién sabe!

A priori y desde el punto de vista textual, el libro aparenta estar dirigido a lectores noveles de Lorca, que no conozcan mucho su obra, pero atendiendo más de cerca a los textos que componen la selección, también podría disfrutarlo y mucho un lector más experimentado, por la especificidad de algunos de sus textos pero sobre todo por el diálogo tan especial que se produce entre el texto y la imagen.

El libro está ilustrado por Mo Gutiérrez Serna, utilizando distintas técnicas y texturas, y una paleta de cromatismos muy variados -no sé si tantos como 20- para capturar en otro lenguaje la emoción que cada poema le produce a la artista. Hay en el libro un total de 26 ilustraciones, una por poema salvo en cuatro de los textos, “Romance de la luna, luna”, “Reyerta”, “Romance sonámbulo” y “Oda a Walt Whitman”, cada uno con dos imágenes y el último con tres.

Hasta aquí la información descriptiva básica que hace atractivo este nuevo libro de Nórdica: la poesía de Lorca, su verdad siempre y su innovación, las magníficas y sugerentes láminas de Mo Gutiérrez Serna, y el diálogo que se establece entre los dos lenguajes. Pero en él caben muchas otras posibilidades que se pueden explorar cuando pretendemos introducir a un grupo de adolescentes de 4º de Secundaria en este diálogo. Es difícil en general que lean y más aún que lean poesía, y sobre todo son reacios a los textos de compleja comprensión y en los que la interpretación supone un reto, pero cuando se les guía en el proceso y lo consiguen, lo disfrutan. Tienen miedos, por tanto, y son reacios, pero con los materiales adecuados estas experiencias son éxito garantizado. Y eso es lo que yo he visto en este libro: una “antología mínima” de posibilidades máximas.

  1. Leo y me emociono:

Comenzamos con los textos y su lectura en el aula en grupo grande. A mis alumnos les gusta especialmente que yo les lea los textos, y más los poemas (dicen que los entienden mejor). Yo prefiero que tengan siempre una primera experiencia lectora plena y autónoma, en su propia voz o en silencio, pero es verdad que la lectura en voz alta tiene esos y otros beneficios. Así que tendremos que sacrificarnos (bendito sacrificio!) y leerles los poemas. Los leeré en el mismo orden que vienen en la Antología, pero sin mostrar el contenido del libro.

Antes escribiremos en el encerado una frase, una cita textual de Lorca: “la poesía o tiene emoción o no tiene emoción, y esto es todo”, y les pediremos que expliquen qué significado tiene para ellos. Después daremos las instrucciones: escuchar cada poema y anotar en una tabla que se les ha facilitado la emoción que ese texto les ha suscitado. Pueden usar una palabra, varios sintagmas o una oración, lo que necesiten para acercarse lo más posible a su emoción particular. Y así haremos con los veinte poemas si disponemos de un tiempo dilatado, de dos horas al menos, para no congestionar al personal. Después hacemos una puesta en común por grupos pequeños para que todos compartan las emociones que les despertó cada uno de los poemas.

  1. Descubro los 20 “Lorcas”:

En una segunda sesión, trabajamos en grupos pequeños y les damos un juego de los poemas seleccionados en la antología (papel o digital) y los 20 descriptores con los que el editor de la Antología se refiere a las distintas voces contenidas en Los árboles se han ido. Insistimos que son en definitiva las emociones que le despiertan al editor y que se trata ahora de intentar relacionar cada una con uno de los poemas. Cuando acaben los grupos, se hará una puesta en común en gran grupo para la que se advierte que no hay solucionario y se comenta la comparación entre las emociones de los miembros del grupo y la del editor.

  1. Diálogo entre distintos lenguajes:

En esta sesión la clase se inicia en gran grupo con el visionado del booktrailer que la editorial NórdicaLibros ha hecho para Los árboles se han ido. Intentaremos ser cuidadosos y quitarle el sonido primero y ponerlo en el segundo 14, para evitar la relación con el libro. Los protagonistas ahora serán las ilustraciones de MO Gutiérrez en silencio. Al finalizar les podemos preguntar qué creen que son esos dibujos.

Después volveremos a poner el booktrailer, de nuevo en el segundo 14, pero esta vez con sonido. Os advierto que lo que suena es “Doce Canciones de García Lorca” de Paco de Lucía. El universo lorquiano que subyace en las ilustraciones quizá ahora vaya apareciendo. Lo comprobamos de nuevo con una pregunta.

De nuevo por grupos, y con un ordenador en cada uno, les invitamos a que relacionen cada lámina con uno de los 20 poemas. Para ello les recordamos que en cada ilustración la artista intentó plasmar con su arte plástico la emoción que como a ellos le produjo la lectura de cada poema.

Después de que tengan hecha la filiación, les pediremos que intenten describir con palabras propias, o titular utilizando un verso del poema de Lorca, cada dibujo de MO Gutiérrez Serna.

Y como cierre de la actividad les mostraremos el libro.

  1. Manos a la obra:

La última parte sería ya más libre, ofreciendo distintas posibilidades, para que escojan una de ellas: una más creativa plástica, otra más creativa poética y una más de investigación. La primera se trataría de elegir un poema de los 20 y crear una ilustración que trabaje también desde la emoción que despierta el poema. La segunda, partiendo de una lámina de Mo Gutiérrez, escribir un texto, preferiblemente un poema, que recoja esa emoción. Y en la tercera, se les invita a explorar el diálogo con otros lenguajes artísticos, como pudiera ser el cine (se les puede decir que uno de los poemas, “Paisaje sin canción”, le gustaba especialmente a Luis Buñuel y que lo utilizó en una de sus películas: “Mi último suspiro”), o con los propios dibujos de Lorca (que busquen la obra pictórica de Lorca y descubran si el poeta granadino tiene dibujos para alguno de esos 20 poemas o si ellos encuentran alguno que les pudiera servir para recoger esas emociones).

Rosana Llanos López

 

Enlace al booktrailer:

https://www.youtube.com/watch?v=oA59hGc9UN8

 

 

 

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LA NOVIA DEL LOBO

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La novia del lobo

Aino Kallas

Ilustraciones de Sara Morante

Nórdicalibros. 2016

La novia del lobo es una novela que la editorial Nórdica ha recuperado para el público lector castellano, dando así a conocer a una de las escritora más destacadas de la literatura finlandesa y estonia: Aino Kallas. Gracias a la cuidada traducción de Luisa Gutiérrez y a las bellas ilustraciones de Sara Morante, nos adentramos en la leyenda novelada de los licántropos, pero con la originalidad de que la protagonista es una mujer-lobo.

En la isla de Hiiumaa, en Estonia, Priidik, el guardabosques, se enamora de la joven doncella Aalo, que reunía todas las virtudes y cualidades que un hombre del siglo XVII anhelaba en una esposa. A pesar de que también la bellísima joven presentaba lo que el pueblo llamaba letra de fuego o marca de bruja, en forma de mancha marrón debajo de uno de sus pechos, el guardabosques, profundamente deslumbrado y enamorado de ella, se convierte en su marido.

Para desgracia del matrimonio, Aalo es poseída por el Espíritu de los bosques y de los lobos cuando, en cierta ocasión, contemplaba la muerte de un lobo a manos de su marido y otros cazadores. A partir de ese momento la llamada de la naturaleza y de lo salvaje se hace irresistible para ella, lo que le lleva a huir de su casa por las noches para dar rienda suelta a su faceta de mujer loba. No podría haber caído mayor maldición sobre la joven en una cultura donde el lobo era considerado tan feroz enemigo del hombre que hasta se le había convertido en el mismo Satanás.

Sin embargo, la autora, hábilmente, presenta ante los lectores dos caras distintas de la protagonista: una Aalo, si bien licántropa, exenta de maldad y una Aalo maldita y satánica a ojos de las acervadas creencias cristianas de los aldeanos.

Si por algo destaca la novela, es por el uso del lenguaje que hace la autora en su narración y que, en ocasiones, deja en un segundo plano el argumento de la historia cuyo desenlace, en cierto punto de la trama, ya se ve venir. Efectivamente a medida que avanzamos en la lectura nos damos cuenta de la preocupación que debió tener Aino Kallas por transmitir, sugerir y recrear el ambiente a la vez misterioso y opresivo que rodeaba a las leyendas de los hombres lobo del norte de Europa, junto con un toque personal muy poético, que parece ser característico de la novelista.

Ahora bien, si por un lado con este estilo tan personal la escritora logra el objetivo de evocar y traernos a la memoria hechos históricos del siglo XVII, como los famosos juicios por brujería de Salem, en contrapartida la lectura de algunos pasajes se hace algo compleja y dificultosa. Así, el lector deberá ir familiarizándose, página a página, con un lenguaje culto, arcaizante y elevado que recuerda a las escrituras bíblicas y a los sermones eclesiásticos.

En este punto la editorial Nórdica ha acertado en incluir las bellísimas ilustraciones de Sara Morante que, entre otras virtudes, tienen la de servir de “contrapeso” al discurso narrativo, actualizando y aligerando su complejidad. Desde la portada, pasando por las guardas, hasta las ilustraciones a doble página, los dibujos adornan, acompañan y animan la lectura e incluso ayudan a su mejor comprensión. Y una vez ya inmersos en la historia y en su lenguaje, nos damos cuenta con qué sensibilidad y finura ha sabido captar Sara Morante la poética de Aino Kallas: los colores crepusculares de la noche misteriosa, las siluetas transparentes y vaporosas de los lobos, la palidez de los rostros, el pelo rojo de la protagonista…como fuego. Todo lo hemos leído ya y sin embargo nos sorprende ver esas descripciones plasmadas en dibujos.

En conclusión, La novia de lobo es una novela sugerente que abre muchas posibilidades de lectura y reflexión, y no solamente literarias. Qué interesante sería plantear a nuestros alumnos y alumnas una pequeña investigación, a partir de esta obra, sobre el contexto histórico y religioso del siglo XVII en el que se enmarcan los hechos, así como otros similares que ya hemos mencionado como las brujas de Salem, o la situación de la mujer en aquel momento, o el origen de las leyendas sobre licántropos, o el peso de la religión cristiana en las tradiciones, o un pequeño estudio sobre las ilustraciones y su relación con el texto, o una propuesta artística animándoles a dibujar algún otro pasaje… En fin, un clásico de la literatura estonia que abre muchas puertas de lectura y disfrute.

Alberto.

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EN EL PAÍS DE LOS LIBROS

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Quint Buchholz
Editorial:
Nórdica

Traductor: Juan Andrés García Román
Tamaño: 15 x 20 cm.
Encuadernación: Cartoné
Páginas: 64

 

Sí, es cierto. Los que amamos los libros tenemos una especie de fijación obsesiva y disfrutamos con cualquier manifestación artística en la que ellos sean los protagonistas: pinturas de mujeres leyendo en ambientes románticos, fotografías de actores de Hollywood capturadas en un momento de ensimismamiento, esculturas de grandes volúmenes apilados, canciones pop en las que el chico lee un libro de poemas buscando una declaración…

 

Por eso a todos nos pasa lo mismo:

Vemos en una estantería un precioso ejemplar editado por Nórdica. Se titula En el País de los libros.

En la cubierta, una preciosa ilustración de un hombre encaramado a una montaña de libros.

Contracubierta: otra ilustración en la que un niño usa un libro como si se tratara de unos prismáticos y un texto que nos habla de “una declaración de amor a la diversidad y singularidad de los libros”, que son “consuelo, cobijo, espejo, paraguas, cama…”.

Y sabemos ya que va a ser nuestro, claro.

Aún así no nos fiamos; lo abrimos por la primera página y leemos una cita de Pessoa: “Leer es soñar de la mano de otro”.

Rápidamente echamos un vistazo a las 26 ilustraciones que componen el libro y…

ya está: nos hemos quedado enganchados para siempre al universo de Quint Buchholz.

 

El texto de la obra no hace justicia a los maravillosos dibujos; pero tampoco estorba. Después de todo, cuando uno se zambulle aquí, como en un mar de libros, se siente capaz de escribir una obra maestra para cada una de las sugerentes ilustraciones o al menos, un maravilloso texto sobre el universo de infinitas posibilidades que es la literatura. Haced la prueba.

 

http://youtu.be/SGlsQp68nME

Emma Cabal