FRAGMENTOS DE SALITRE- Artículo de Nuria Villemur
https://www.elcomercio.es/opinion/salitre-20221014000740-ntvo.html
No me gustan los acrónimos. Ahora en educación encontramos muchos para explicar los diferentes modos de enseñar y de aprender: ABN (Aprendizaje basado en números), ABJ (Aprendizaje basado en el juego), ABP (Aprendizaje basado en Proyectos y/ o Aprendizaje basado en problemas)… Seguro que se usan muchos más que ni los conozco. Al primero, le faltan siglas. El segundo, lo defiendo desde siempre: en Infantil no hay actividad más importante que el JUEGO con letras mayúsculas, pero nunca usé el acrónimo. Del último, tendríamos que delimitar, definir o redefinir qué entendemos por “proyectos” y qué consideramos problemas. Dicho esto, voy a inventarme un acrónimo para enmarcar nuestra experiencia lectora. Podría ser ABL (aprendizaje basado en lecturas) o ABV (aprendizaje basado en vivencias ) o mejor, mucho mejor, ABVL (Aprendizaje basado en vivencias lectoras).
Elvira Lindo, en un artículo de 2008 titulado “Leer a su lado”, da muchas razones para leer, que os enlazo aquí:
En nuestra escuela, una escuela con dos unidades mixtas, una de Infantil de 3, 4 y 5 años y otra de primer ciclo de Primaria 1º y 2º, con un total de 22 personas y sus maestras, la lectura es, sobre todo, lo que ella dice en el título: Leer a su lado. Eso y, también, leer para emocionar, leer para jugar, para pintar, para crear.
Leer porque antes lo hemos leído sus maestras y nos ha emocionado. Leer porque queremos compartirlo con ellas y ellos. Leer porque sabemos con certeza que va a funcionar y que las expectativas se van a cumplir e incluso van a superar lo que pensamos que pueda pasar.
Los álbumes ilustrados son algo imprescindible en cualquier escuela, pero en la nuestra es impensable no tenerlos . Podría usar otro acrónimo recién inventado ABAI (Aprendizaje basado en álbumes ilustrados), pero ya he contado que no me gustan los acrónimos. Esta vez la vivencia lectora no se dio a partir de la lectura de un álbum ilustrado. Nuria Villemur es nuestra amiga y escribió en El Comercio un artículo titulado “Salitre”. Al leerlo yo, inmediatamente lo quería “vivir” en clase; pero antes había que preparar el momento lector.
En primer lugar, saber qué fragmentos iba a leer yo. Y digo yo, porque después de encontrar el artículo, elegí tres fragmentos que creía podían ayudarnos a entender el texto y a vivirlo, fragmentos que yo leería en voz alta.
Un paseo a la playa a recoger ocle también fue necesario y agradable.
Las gaviotas a las que hace referencia el artículo me llevaron a una gaviota móvil que tengo en mi casa, con la que me une un vínculo afectivo muy fuerte. Vínculo que también les contaría, al llevar a clase la gaviota.
El ocle estaba colocado en una mesa con forma de pez . La gaviota, colgada encima de la mesa.
Al llegar, el olor a ocle fue lo primero que notaron, aunque la gaviota que movía las alas al tirar del hilo es lo que más les gustó y lo que más exploraron. Tenían que tirar y soltar.
Después de la novedad inicial, nos sentamos a escuchar mi lectura en voz alta de los tres fragmentos.
Antes de leer hablamos de lo que creían que eran “fragmentos”. Dicen: trozos. Debatimos si grandes o pequeños y trozos de qué. Se acuerdan de trozos de imanes que, en una actividad del curso pasado, se rompieron y seguían funcionando, atrayendo metales.
Comienzo la lectura, leo los tres fragmentos seguidos, sin pararme a explicar palabras como “ocle”, “ubicación”, “simas abisales”, “enaguas”…y otras que seguramente no entienden, pero de las que hablaremos al terminar y cuando lo tengamos que “vivenciar”.
Mientras leo, el alumnado de primaria sigue el texto, en una hoja que cada uno tiene para sí con el escrito.
Acabada la lectura damos vueltas alrededor de la mesa, haciendo el ruido de las gaviotas. Yo en eso no había pensado, pero salió. Hacemos volar la gaviota de madera y nos paramos, olemos -¡huele a ocle, huele a mar!-, aunque quedó claro que nuestra “ubicación”, (palabra que la mayoría entendía por el uso de los móviles) no estaba al lado del mar. Nuestra escuela no está al lado del mar: habíamos preparado un “escenario”. Antes de ponernos a crear y ver si teníamos el poder al que aludía el texto, era necesario jugar un poco. Preparamos una “sima abisal” tapando una parte de la mesa; porque abisal, y abismo, es un sitio oscuro. Eso, lo tenían claro.
Y creo que sí: la lectura, en esta ocasión, les hizo conseguir el poder de imaginar sirenas de cabellos de ocle, además de hacer “necesario” dibujar, recortar, crear, mirar, pararse, oler. Podría inventar un último acrónimo: ABN (Aprendizaje basado en la necesidad de …), pero se confundiría con el numérico. Mejor, salvando las distancias, intentaré emular a Elvira Lindo y decir que en la escuela debemos leer para vivir. O, mejor, que debemos vivir leyendo.
Mirta
Aquí podéis ver un pequeño vídeo de la experiencia y las obras del alumnado. Escuela Guimarán Valle, de Asturias