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OLIVIA Y LAS PRINCESAS

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Olivia y las princesas

Ian Falconer

Fondo de Cultura Económica, 2012

Olivia es una cerdita que protagoniza una serie de álbumes escritos e ilustrados por Ian Falconer. Es imposible no enamorarse de Olivia desde que la conoces, tengas la edad que tengas. Aunque se supone que sus historias van dirigidas al público infantil, son los papás, los abuelos o quien sea que le toque leer el cuento quienes más lo disfrutan …o al menos lo disfrutan a partes iguales. Esto pasa muchas veces y es el ingrediente perfecto para la lectura compartida.

Olivia no es una cerdita como las demás: es una niña con cuerpo de cerdita. Olivia es contestona, intensa, apasionada, divertida. Olivia tiene opiniones variadas y las expresa sin problema; no se cansa, le encanta saltarse las normas, disfruta con el baile, con la música, con el arte; es estrafalaria, extravagante, es… absolutamente adorable.

En esta ocasión Olivia no quiere ser princesa porque ser princesa no es divertido. Ser una princesa rosa es lo más aburrido del mundo y desde luego no va con su carácter rebelde e inconformista. Con este argumento, asistimos a un alegato casi, casi feminista en que Olivia reivindica que las niñas pueden aspirar en la vida a ser muchas cosas, a cada cual más interesante. Olivia es valiente y no deja que ningún obstáculo se le ponga por delante.

El texto, escaso pero conciso, es divertido, lleno de ironía y sarcasmo, magistralmente acompañado de unas ilustraciones sin demasiado colorido, como es habitual en todos los libros de Olivia, pero cargadas de simbolismo y que dan mucha viveza y emoción a las situaciones.

Ana N.

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MI QUERIDA BABEL

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Mi querida Babel

Juan Pablo Silvestre

Ilustraciones de Ana Juan.

La mano cornutta, 2014

El libro al que voy a hacer referencia es Mi querida Babel, una de esas obras que llegan a nuestro Bosque de Lecturas con invitación para un trabajo conjunto. Quizá por el formato, por las imágenes o por el mantra que aparecía dentro en una presentación tan cuidada, me llamó la atención.

Tras nuestro hermanamiento con el pueblo Saharaui, vi la posibilidad de usarlo como estructura para un proyecto de trabajo que, de una forma transversal, se desarrolla este año en mi centro de referencia: una escuela pequeña perteneciente a un colegio rural agrupado en Castrillón –illas. Las imágenes son de mi grupo clase, localizado en Pillarno, pero se trata de un proyecto dado a conocer al resto del profesorado, principalmente de Infantil.

Cra círculo

BABEL, que por definición es un lugar de confusión y desorden especialmente provocados por varias personas que hablan a la vez, nos ha ayudado sin embargo a encontrar un marco de trabajo colaborativo con las familias, tanto para desarrollar el material como para hacer la grabación final de un video, titulado Manojos, que resume la importancia de liberar la mirada.

La reseña que a continuación exponemos ha sido elaborada por la madre de una alumna. Al principio, cuando la recibí, traté de elaborar algo en conjunto. Pero ella lo expresa tan bien que no me atrevo a corregir nada, por lo que presento íntegramente su texto. Por mi parte anexo las fotos de los participantes y de los espacios en los que se ha desarrollado la actividad, así como un video realizado por Constantino Menéndez González, que para mi resumen la intención de este proyecto:

MANOJOS: Sueña siguiendo este enlace https://www.youtube.com/watch?v=N6DtHzTVWHc&feature=youtu.be

“Somos mujeres de diferentes culturas, con diferentes nombres, los que nos han dado nuestras familias, amigos y amigas: los nombres que recorren nuestra historia. Tenemos diferentes miradas o maneras de no mirar, todas con un objetivo claro: ser, pertenecer, impregnarnos de nuestra cultura para echar raíces… o no, quien sabe. Podemos elegir ser madres , o elegir no serlo; solteras, casadas, jóvenes o mayores… ¡Seguro, bonitas!

Esta es una historia narrada con una ilustración extraordinaria y una música excepcional, cargada de eso que tanto nos llena: las emociones.

Nos intenta explicar que da igual dónde estés, cómo te vistas, cómo te llames o de dónde vengas. Lo importante eres tú, cada una de nosotras que, diferentes a nuestras compañeras y compañeros, sabemos respetarnos, compartir y participar.

Al hilo de este “ libro” y aprovechando las ilustraciones hemos creado un material para trabajar la socio-diversidad en la mujer. Nos servirá para plantear las mil una opciones y mezclas posibles en torno a los rasgos de la cara. Este Material está compuesto por cuadrados de cartulina que asemejan los diferentes colores de las diferentes razas y por otro lado las ilustraciones originales, calcadas en vinilos y recortadas para poder jugar con ellas y componer otras nuevas…

El juego y la creación es el elemento principal de nuestro proyecto, ya que pensamos que a través de él y de la experimentación que proporciona, se hace mas accesible el concepto: trabajar la diferencia para llegar a la “igualdad” o respeto. Es un material para trabajar la coeducación en el amplio sentido de la palabra, como puede ser el famoso juguete “Potato“, que podemos hacer hombre o mujer o ni siquiera plantearnos “sexsuarlo”.

Estas ilustraciones de rostros de mujer andróginas, nada estereotipadas ni cosificadas, pero sí bonitas, es ideal para trabajar la diversidad sociocultural sin enmarcarla en contenidos culturales que de una u otra manera esclavizan a la mujer, la cosifican.”

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CARTAS DE UNA PIONERA

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Cartas de una pionera

Elinore Pruitt Stewart

Hoja de lata

Yo tuve una abuela, como casi todo el mundo, que era digna de un premio nobel por la tortilla de patata y de dos por los frisuelos. Como la abuela de casi todo el mundo, ya digo. Se quedó viuda con cuarenta y cinco años y dos hijas, y las sacó adelante a base de trabajo y esfuerzo. Como casi todas las madres. Fue a la escuela por las tardes un año, pero sabía leer y escribir como un muchacho de primero de secundaria, y mejoró mucho en su vejez, porque era forofa del Hola y del Pronto. Se murió hace ya diecisiete años, cuando yo tenía casi veinte. Se murió de cáncer, en su cama, conmigo al lado. Me consta que fue una mujer de rompe y rasga, que se apagó al final porque la enfermedad la atacó por muchos frentes, pero que no era fácil de abatir porque había soportado todos los vientos, incluidos los de la hambrienta posguerra, mucho más fieros y dolorosos, aunque no tan traicioneros.

Además, mi abuela era de pueblo, “de pueblo, pueblo”, no como yo que estoy algo pulida. Mi güelita se crió en una casa sin baño, salía con seis años a llindar les vaques de madrugada, vivió el cortejo en la antojana de su casa, sabía trenzar maíz y cebolla, correr con madreñes, ayudar a parir a mujeres y bestias, iguar calcaños, poner inyecciones, practicar abortos, facer boroña en medio del monte, cortar patrones y coser cualquier cosa menos pantalones. Y se sabía las historias de todo el pueblo, porque todos la habían necesitado en algún momento. Y a ella no quedaba otra que contarle la verdad.

Pero si me preguntas a mí, era una mujer que se moría de risa recordando su vida porque siempre se saltaba las partes amargas. Pelando patatas para cuarenta con sus hijas o sus amigas podía estar desmoronada riendo a carcajadas, y la recuerdo asándonos castañas en un borrón, preparando el tractor para subir al monte a ganar un concurso de paella, dejándonos salir con ella en plena nevada a dar de comer a los perros, y a continuación metiéndonos a sus tres nietas en el bañal de la cocina para calentarnos los pies con el agua que salía del calentador de gas butano, organizando meriendas con las vecinas más viejas, yendo a visitar a los enfermos con el bote de melocotón en almíbar, la caja de pastas Reglero y un kilo de azúcar, …

He disfrutado Cartas de una pionera no solo porque Elinore Pruitt tenga un estilo desenfadado, auténtico y fresco, unas divertidas anécdotas que contar y un optimismo y energía vital envidiables. A medida que avanzaba en la lectura comprendía mejor un refrán que, al tratar con la gente, me repetía mi abuela como un mantra: “el mejor hermano, el vecino más cercano”, que es el producto de luchar contra una tierra hostil y saber que solo conseguirás algo en armonía con los que te rodean. Empecé a confundir Wyoming con Limanes, y me recordé de pequeña bautizando a las ovejas como los pioneros americanos bautizaban a sus animales, con cariño y picardía. Elinore trufa sus aventuras con las historias personales de muchos de sus vecinos, algunas de las cuales son profundamente tristes o dramáticas. Mi abuela hubiera podido escribir una nueva biblia y a veces, sobre todo si los interesados fallecían, te dejaba cuatro datos para que hilases el cuento, pero la verdad es que era una tumba. Yo creo que sabía demasiadas cosas y lo que mejor sabía era ser discreta.

Pero si algo queda de todo esto es la constancia de que si decides afrontar tu vida como una aventura, ganarás; que nada hay más fuerte que la determinación de ser feliz ocurra lo que ocurra a tu alrededor y que por igual puedes ser reina en la cuadra que mendiga en una corte, todo lo llevas dentro. Planta cara, disfruta del viaje y olvida todo lo que no te convenga. Mi güelita decía que sólo había que llorar la salud, que todo lo demás seguía su camino y que había mucho que segar para pararse en tonterías.

Esta pionera es un modelo vital: independiente, fuerte, feliz, generosa, compasiva, auténtica… No sé de cuál de las dos mujeres de las que trata esta reseña estoy hablando ya.

Gracias, Lara, por la recomendación. Vengo con el estómago lleno de recordar.

Lorena