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UN PAR DE OJOS NUEVOS

Un par de ojos nuevos

Ellen Duthie

Javier Sáez Castán y Manuel Marsol (ilustradores)

Wonder Ponder

Un par de ojos nuevos es un álbum que nos narra la historia de Vinayaki y sus amigos. Desde el minuto uno, nos enamoramos de cada personaje y sus emociones las hacemos nuestras. Propongo representarla, como estamos haciendo con otro cuento, y comienza la elección del personaje:

– ¡Yo quiero ser Gordon, yo Vinayaki…! Todas y todos, incluso unas ex-alumnas que nos visitaron el día que comenzamos la lectura del álbum, tenían un peluche o muñeco estropeado, y en algunos casos contaban que los cosían y arreglaban:

 – Mi mamá tiene un oso de cuando era pequeña que le falta un ojo …

 – En casa de la abuela arreglamos peluches y muñecos estropeados y les metemos relleno -cuentan las invitadas que escuchan la lectura con atención.

Yo les cuento que tengo un oso grande que era de mi hijo mayor y que lo traeré a clase para ver cómo podemos arreglarlo. Como veis, al comienzo de la lectura tenemos que interrumpirla varias veces por la necesidad que tienen de contar sus vivencias. No leo el cuento entero, solamente los dos primeros actos, porque la historia, como obra de teatro en potencia, está narrada en siete actos. En el acto tercero, la onomatopeya del título (POM pom pom ) nos hace parar la lectura y ensayamos cómo decirlo, cómo leerlo, teniendo en cuenta que el primer POM  está en mayúsculas  y los otros dos en minúsculas. No se cansan de repetir los tres golpes con el tono adecuado, grabamos audios para luego oírlos. En este acto aparecen tres personajes más, a cuál más divertido, así como un momento de alboroto, con onomatopeyas incluidas, que les encanta, Repetimos la palabra ONOMATOPEYA, la explicamos y buscamos ejemplos además de los que aparecen en la lectura. Formamos la palabra “onomatopeya” con letras de cartón, contamos cuántas letras tiene, las deletreamos y, como hacemos siempre, buscamos en ella palabras escondidas. La caja de onomatopeyas se hace necesaria y se irá llenando inicialmente con las que aparezcan en este álbum.

El día que retomamos la lectura , recordamos lo que habíamos leído y vemos, mejor dicho escuchamos, que otra onomatopeya da entrada al acto cuarto  y alguna más aparece para hacer sonar el piano y la trompa de Vinayaki cuando barrita. Al compás de los latidos de su corazón, Vinayaki se hace mil preguntas en su sueño, preguntas que quedarán resueltas en el sexto acto en el que la transformación se produce para ella y su amiga Harriet. En el último acto, Vinayaki abre sus ojos nuevos y sus miedos desaparecen ¡sigue siendo ella!

Es un libro emotivo, cercano a las vivencias de todas las personas que lo escuchamos y que ha puesto en marcha diferentes proyectos y actividades. Las ilustraciones trasmiten todo lo que el álbum quiere – la ternura y cercanía de los personajes, por ejemplo -con miles de detalles que nos ayudan a vivir cada uno de los momentos de la narración. Ellen Duthie nos propone adivinar qué personajes dibuja cada ilustrador, ya que dos se reparten la tarea, Javier Sáez Castán y Manuel Marsol. Será una tarea difícil, pero observaremos dibujos de cada uno de ellos, volveremos a leer algún cuento que tenemos ilustrado por estos artistas y lo intentaremos. Los ojos es un tema recurrente en nuestra escuela y a partir de la lectura de este álbum lo vamos a retomar. Haremos ojos con objetos, con diferentes tipos de tejido, ojos que podemos usar para posibles arreglos de peluches o muñecos estropeados o para ponérselos a reproducciones de muñecos en cartón -al igual que la doctora que arregla a Vinayaki debemos colocar los ojos alineados y en el lugar topológicamente adecuado, para formar la cara del muñeco que queremos arreglar. Y finalmente el proyecto estrella será grabar una nueva película, estamos terminando la primera de un detective que toca la guitarra. En nuestra segunda película, Vinayaki visitará nuestra escuela. Ya tiene su par de ojos nuevos, pero necesita unas gafas para protegerse del sol y le contaron que en nuestra escuela tenemos muchos modelos de gafas. Nos contará su historia – representación de los siete actos del cuento – y veremos qué modelo de gafas elige. Aún no tenemos título, sí hay candidatas y candidatos para los personajes y la historia nos emociona.

 En breve en nuestra escuela se escuchará – Silencio, se rueda.  Próximamente anunciaremos el estreno.

Mirta

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DE ACRÓNIMOS Y SIRENAS

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FRAGMENTOS DE SALITRE- Artículo de Nuria Villemur

https://www.elcomercio.es/opinion/salitre-20221014000740-ntvo.html

No me gustan los acrónimos. Ahora en educación encontramos muchos para explicar los diferentes modos de enseñar y de aprender: ABN (Aprendizaje basado en números), ABJ (Aprendizaje basado en el juego), ABP (Aprendizaje basado en Proyectos y/ o Aprendizaje basado en problemas)… Seguro que se usan muchos más que ni los conozco. Al primero, le faltan siglas. El segundo, lo defiendo desde siempre: en Infantil no hay actividad más importante que el JUEGO con letras mayúsculas, pero nunca usé el acrónimo. Del último, tendríamos que delimitar, definir o redefinir qué entendemos por “proyectos” y qué consideramos problemas. Dicho esto, voy a inventarme un acrónimo para enmarcar nuestra experiencia lectora. Podría ser ABL (aprendizaje basado en lecturas) o ABV (aprendizaje basado en vivencias ) o mejor, mucho mejor, ABVL (Aprendizaje basado en vivencias lectoras).

Elvira Lindo, en un artículo de 2008 titulado “Leer a su lado”, da muchas razones para leer, que os enlazo aquí:

 Elvira Lindo – Página Web Oficial – Noticias, Blog, Publicaciones, Artículos, Galería, Biografía, Books » Leer a su lado

En nuestra escuela, una escuela con dos unidades mixtas, una de Infantil de 3, 4 y 5 años y otra de primer ciclo de Primaria 1º y 2º, con un total de 22 personas y sus maestras, la lectura es, sobre todo, lo que ella dice en el título: Leer a su lado. Eso y, también, leer para emocionar, leer para jugar, para pintar, para crear.

Leer porque antes lo hemos leído sus maestras y nos ha emocionado. Leer porque queremos compartirlo con ellas y ellos. Leer porque sabemos con certeza que va a funcionar y que las expectativas se van a cumplir e incluso van a superar lo que pensamos que pueda pasar.

Los álbumes ilustrados son algo imprescindible en  cualquier escuela, pero en la nuestra es impensable no tenerlos . Podría usar otro acrónimo recién inventado  ABAI (Aprendizaje basado en álbumes ilustrados), pero ya he contado que no me gustan los acrónimos. Esta vez la vivencia lectora no se dio  a partir de la lectura de un álbum ilustrado. Nuria Villemur es nuestra amiga y escribió en El Comercio un artículo titulado “Salitre”. Al leerlo yo, inmediatamente lo quería “vivir” en clase; pero antes había que preparar el momento lector.

En primer lugar, saber qué fragmentos iba a leer yo. Y digo yo, porque después de encontrar el artículo, elegí tres fragmentos que creía podían ayudarnos a entender el texto y a vivirlo, fragmentos que yo leería en voz alta.

Un paseo a la playa a recoger ocle también fue necesario y agradable.

Las gaviotas a las que hace referencia el artículo me llevaron a una gaviota móvil que tengo en mi casa, con la que me une un vínculo afectivo muy fuerte. Vínculo que también les contaría, al llevar a clase la gaviota.

El ocle estaba colocado en una mesa con forma de pez . La gaviota, colgada encima de la mesa.

mesa pez

Al llegar, el olor a ocle fue lo primero que notaron, aunque la gaviota que movía las alas al tirar del hilo es lo que más les gustó y lo que más exploraron. Tenían que tirar y soltar.

Después de la novedad inicial, nos sentamos a escuchar mi lectura en voz alta de los tres fragmentos.

Antes de leer hablamos de lo que creían que eran “fragmentos”. Dicen: trozos. Debatimos si grandes o pequeños y trozos de qué. Se acuerdan de trozos de imanes que, en una actividad del curso pasado, se rompieron y seguían funcionando, atrayendo metales.

Comienzo la lectura, leo los tres fragmentos seguidos, sin pararme a explicar palabras como “ocle”, “ubicación”, “simas abisales”, “enaguas”…y otras que seguramente no entienden, pero de las que hablaremos al terminar y cuando lo tengamos que “vivenciar”.

Mientras leo, el alumnado de primaria sigue el texto, en una hoja que cada uno tiene para sí con el escrito.

Acabada la lectura damos vueltas alrededor de la mesa, haciendo el ruido de las gaviotas. Yo en eso no había pensado, pero salió. Hacemos volar la gaviota de madera y nos paramos, olemos -¡huele a ocle, huele a mar!-, aunque quedó claro que nuestra “ubicación”, (palabra que la mayoría entendía por el uso de los móviles) no estaba al lado del mar. Nuestra escuela no está al lado del mar: habíamos preparado un “escenario”. Antes de ponernos a crear y ver si teníamos el poder al que aludía el texto, era necesario jugar un poco.  Preparamos una “sima abisal” tapando una parte de la mesa; porque abisal, y abismo, es un sitio oscuro. Eso, lo tenían claro.

Y creo que sí: la lectura, en esta ocasión, les hizo conseguir el poder de imaginar sirenas de cabellos de ocle, además de hacer “necesario” dibujar, recortar, crear, mirar, pararse, oler. Podría inventar un último acrónimo: ABN (Aprendizaje basado en la necesidad de …), pero se confundiría con el numérico. Mejor, salvando las distancias, intentaré emular a Elvira Lindo y decir que en la escuela debemos leer para vivir. O, mejor, que debemos vivir leyendo.

Mirta

sirena puntillas

Aquí podéis ver un pequeño vídeo de la experiencia y las obras del alumnado. Escuela Guimarán Valle, de Asturias

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PICTOGRAMA. El origen de la escritura china

Pictograma

Pictograma. El origen de la escritura china

Po Yen Chang

Editorial Thule, 2011

Bea es una bruja maga que habita en un bosque de cuentos. Yo tengo el placer de conocerla y un día me dijo: “este libro es muy tú”. Sé que me quiere y no lo dice porque el libro esté descatalogado y yo podría estar “descatalogada”, no …

Y como siempre Bea, la maga, tenía razón. El libro se titula Pictograma. El origen de la escritura china. Es un libro en formato pequeño, rectangular pero casi cuadrado y para mis alumnas y alumnos, disfrutándolo en mi compañía en la escuela, fue un libro REDONDO.

Sus cubiertas son de tapa dura con un grabado en blanco y negro, color que se repite en todo el libro con una sola excepción: unas manchas rojas en una doble página. Aparecen en ese color por dos razones (creo yo): porque son necesarias, imprescindibles para la narración, y porque el rojo y el negro tienen gran importancia en la escritura china.

Bea también dice (y yo lo comparto y mi alumnado aún más) que la lectura es juego, movimiento, emoción y disfrute… aunque escuchando el audio de Bea contando Las siete cabritas se podía cortar el silencio y cuando alguien dijo “a ver”, otra peque contestó: “no hay nada que ver, sólo lo cuenta con la voz”.

Pues con Pictograma hubo movimiento, mucho movimiento. Hubo juego, dramatización, necesidad de vestuario, de improvisar escenario, necesidad de recrear, necesidad de jugar.

En clase a diario, en la hora del bocadillo, siempre o casi siempre se repite la misma escena. Gritan: “¡equipo plátano!”, “¡equipo galleta de chocolate!” levantando su merienda. Lo mismo ocurre cuando repartimos pinceles: “¡Equipo amarillo!” “¡Equipo azul!”

Empezamos a leer el cuento. Primera página: solo texto en letras minúsculas en negro. Les resultan familiares porque son las letras de palote que nosotros utilizamos en clase para escribir. Y se produce la magia, como siempre ocurre con los cuentos. Aparecen los primeros personajes, el Emperador amarillo y sus enemigos bárbaros. La historia continúa. La narración discurre a lo largo de las cuatro estaciones del año. Cada día leo una estación recordando la anterior, pero (siempre hay un pero) nos vamos adentrando en la historia física y emocionalmente. Me explico: elegimos quién será el Emperador amarillo (que debe elegir a su equipo, su equipo amarillo naturalmente) y al jefe bárbaro (que como no tenía palacio decidimos que viviría en los bosques y su color sería el verde). En la primera estación del año se produce una cruenta batalla. ¡No hay remedio, debemos pelear! Utilizaremos espadas especiales, esos rotuladores que no pintan y que guardamos para diferentes actividades.

Las estaciones se suceden en la narración y cada una de ellas supone un problema a resolver que escuchamos y representamos. Junto con Cang jie, consejero del Emperador, descubrimos que dibujando también podemos contar cosas y que esos dibujos podemos hacerlos con muy pocas líneas.

La narración termina con un capítulo que se titula “el cuento no termina aquí” y así fue y todo lo que hicimos (o casi todo) quedó recogido en este video que podéis ver en el enlace:

https://youtu.be/Q_Uysbl5nfM

La magia de los cuentos necesita un poco de ayuda, pero magia es. Casi siempre un cuento llama a otros cuentos. Después de esta experiencia lectora, un libro que habíamos leído hace tiempo en carnaval, para hacer un dragón chino, saltó de la estantería para volver a ser leído: El nacimiento del DRAGÓN. Uniendo las dos narraciones, esta vez  nos llevó a inventar nuestra firma “ en chino” y grabarla en gomas de borrar… pero eso es otra historia que tendremos que contar y mostrar.

MIRTA

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BÁRBARO

cubierta de bárbaro

Bárbaro

Renato Moriconi

Colección Los especiales de A la orilla del viento

México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 2015

 

Reflexiones iniciales

-¿Leer es decodificar un texto? .

 Una habilidad esencial para aprender a leer es decodificar.  Decodificar requiere conocer las relaciones entre las letras y los sonidos para poder pronunciar las palabras escritas; pero eso, solo eso, no es leer.

-¿Se puede leer un cuento que no tenga texto, que solo contenga ilustraciones, buenas ilustraciones?

Se puede y se debe.

-¿En qué etapa educativa?

En todas

 

Reflexiones bárbaras

Bárbaro es un pequeño guerrero montado en su caballo con espada y escudo. Nuestro pequeño guerrero cabalga con su melena al viento protegido por un casco. Nada le detiene, ninguna de las situaciones extraordinarias a las que se va enfrentando: flechas, diablos, serpientes, plantas carnívoras, dragones… nada interrumpe su marcha. El final es inesperado, sorprendente, real y remata el fantástico viaje de nuestro pequeño. Como dicen cuando contamos el cuento: “se le acabó la aventura”.

Quiero contar la magia que ha supuesto “leer” Bárbaro por primera vez en un grupo de niñas y niños de 3 a 7 años. Escribo leer entre comillas por lo que comenté en las reflexiones iniciales.

Siempre digo que todo está en los cuentos y que las historias se unen entre sí. En esta ocasión ha vuelto a suceder.

Digo que hubo magia al leer por primera vez Bárbaro, porque en ese momento todo era nuevo y no podían anticipar qué contenía la nueva doble página, lo que hacía que la atención fuese máxima.  Hubo magia porque les hizo recordar una experiencia lectora anterior y también por lo que encontraron después de leerlo y me  enseñaron como “un hallazgo”. Pero eso lo contaré mas tarde.

Lo hemos leído muchas veces. Lo han llevado a casa y las niñas y niños vuelven al cuento una y otra vez. Bárbaro es su amigo.

La primera vez que lo leímos yo iba enseñando las dobles páginas mientras ellas y ellos contaban lo que veían. La primera discusión surgió entre quienes decían que luchaba con cada uno de los personajes con los que se encontraba y un niño que se enfadaba y rectificaba diciendo:

-¡No lucha! Solo salta y no le pasa nada.

Al llegar a la página en la que se enfrenta a los cíclopes, surgió el primer momento mágico. El curso pasado leímos la leyenda de Polifemo, dentro del trabajo del tema general “Los ojos”, inspirado ¡cómo no! por otro álbum que encontré en “nuestro mágico Bosque de lecturas”. Como Ulises, llegamos a una playa: la playa de Perlora. Allí pintamos una madera con forma de ojo y dramatizamos la leyenda.

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Bajamos el ojo a la playa y dibujamos en la arena la cara de Polifemo.

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Con su pelo de ocle, allí la dejamos hasta que el mar la borrase.

No estaba preparado, ni pensado, ni intencionadamente recordamos esta actividad, pero  al “leer” Bárbaro llegamos a la página en la que se enfrenta con los cíclopes y con toda normalidad dijeron que esos eran “los otros cíclopes” porque “a uno lo dejaron ciego”. Aunque no recordaban el nombre, si recordaban la leyenda, y “leyeron” que Polifemo no podría pelear con nuestro guerrero porque no podía verlo.

Los comentarios de cada una de las situaciones, la necesidad de fijarse en todo los detalles, el observar que nuestro guerrero está siempre con los ojos cerrados cabalgando en su caballo hasta que llega a “la nada” como alguien dijo cuando encontramos tres páginas en blanco; notar cómo cambia  la expresión del protagonista, anticipar por qué cambia, sorprenderse con el final… todo eso es leer. A veces tenemos que volver a “leer” lo ya “leído” y lo hacemos de forma diferente o completamos la interpretación anterior. Esta vez no dicen que es un cuento que hay que inventarse porque no tiene texto. Esta vez me explican: “es como una película”. Y es que Bárbaro podría ser un zootropo o, como dice su autor en la entrevista que podéis leer en el enlace inferior, “como un tiempo de dibujos animados” en el que su formato estrecho y alargado permite ver el caballo arriba y luego abajo, acentuando así el movimiento. En la entrevista también se puede leer la biografía del autor.

https://www.fundacionlafuente.cl/entrevista-a-renato-moriconi-ilustrador/

Después de leer el cuento llegó la hora de los “juegos” y el siguiente momento mágico no se hizo esperar. Un niño me trae un caballo de juguete y me dice:

–Mira, Mirta: como el caballo de Bárbaro.

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Como siempre o casi siempre, la magia la traen los cuentos. Puede que un zootropo o algo parecido también se materialice en nuestra escuela gracias a la magia de Bárbaro y a su caballo que -nadie sabe cómo- del cuento se escapó.

Mirta

En este enlace está contado el cuento con las ilustraciones en movimiento.

https://www.youtube.com/watch?v=U9boJh_ra6k

Y en este otro enlace cuentan el cuento en portugués.

https://www.youtube.com/watch?v=wlHC8XioPAw

 

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EL SOL, LA LUNA Y EL AGUA

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EL SOL , LA LUNA y EL AGUA.

Un cuento de Nigeria. Versión de Laura Herrera

Ilustraciones de Ángeles Vargas

Ediciones Ekaré-2015

Si tuviese que decir temas estrella que emocionan, interesan y aparecen constantemente en la clases donde conviven niñas y niños de Infantil, diría: los animales. Sus animales y los animales salvajes, en los que nunca incluyen a la lagartija porque “no hace nada”, pero sí siempre al lobo. El lobo les da miedo y aúlla a la luna.

Los  temas sobre animales se llevarían todas las medallas. Los dinosaurios serían oro. Plata para “los bichos”, ese grupo de animales diversos, todos pequeños, pero que siempre que aparecen en el recreo es un hallazgo digno de titular de periódico. Y la medalla de bronce… bueno, esa, no menos importante, se la llevarían las plantas: “ coger flores para mamá” , cortar hierba y amontonarla, plantar semillas, verlas germinar y crecer, cavar, limpiar malas hierbas y otras que no lo son tanto…

Resumiendo, animales y plantas son temas que motivan. Ahora bien, tenemos que tener en cuenta una cosa: el sol y el agua son necesarios para  la vida. Sin el sol y sin el agua no podríamos vivir ni las personas, ni los animales, ni las plantas. Y si hablamos de jugar, el sol y el agua son… ¿cómo diría yo? ¡imprescindibles!. Jugar con el agua, con la luz, con las sombras; regar, chapotear, experimentar, es siempre divertido. Vaya, que sol, luna y agua también son temas estrellas en nuestras clases.

Siempre pienso y defiendo que todo está en los cuentos: animales, plantas, sol,  lunas y lobos, agua… todos  “temas estrella”. Pienso y defiendo que todo está en los cuentos, pero no quiero decir con ello, de verdad que no,  “este cuento me sirve para trabajar este tema o este otro”… No, lo que quiero decir  es que mirar, leer, vivir en clase los cuentos, los buenos cuentos, es vital. Con este álbum, que aún no he empezado a reseñar, eso se percibe a primera vista, antes incluso de abrirlo y de saber la historia que guardan sus páginas.

También ayuda que en su título aparecen tres temas estrella -¿os acordáis?-: sol, luna, agua. Solo mirar la cubierta te atrapa, sientes el calor por el color y  presientes la atracción que van a generar la historia y sus personajes.

Esta leyenda Nigeriana nos habla de la época en la que el Sol, la Luna y el Agua vivían juntos en la Tierra. En doce ilustraciones a doble página, El Sol , la Luna y el Agua aparecen personificados y caracterizados por el color y la vestimenta, y nos cuentan su historia. El Sol, rojo y naranja; la luna, gris azulada; verde agua, el agua. La vestimenta de los personajes es africana, con colores y dibujos geométricos. Rojo y naranja llenan las páginas de todo el álbum transmitiendo la sensación de calor del clima africano. Y con esos mismos colores le dan un protagonismo especial al Sol y a su poder, pero la Luna vigila todo  su quehacer y lo supervisa.

Sol, Luna Y Agua son amigos, muy amigos, pero no siempre lo tienen fácil para reunirse y charlar, sobre todo el Agua. ¡Ocupa tanto espacio! y ¡viven tantos animales con ella…! El problema crece y crece hasta que no hay más solución  que saltar hacia lo alto.

Una retahíla nos acompaña en esta ascensión. Y como la poesía y las buenas narraciones tienen música en su interior, nos propusimos ponerle voz, melodía y percusión a la leyenda. El sonido africano nos llamaba y la recomendación final del libro nos  animó aún más. Dice así: “El sol, La Luna y el Agua es un cuento muy popular del folclore nigeriano y ha sido traducido y publicado en muchas lenguas. Esta versión incluye unos versos a los que se les puede poner música, porque dicen los cuentacuentos de Nigeria que una historia siempre queda mejor si se le suman los cantos, ritmos y bailes.

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En nuestro Sillón Rojo leímos la historia, varias veces, tanto maestras como  peques. La leyenda ya era nuestra. ¿Qué podríamos usar para hacer la percusión? Unos tubos de cartón duro. ¿Y el sonido del agua? Compramos dos tipos de palos de lluvia. Botellas de plástico rellenas de pequeñas pinturas rojas, naranjas y amarillas para el sol y azules para la luna, nos servirían para la percusión del gran salto. Repartimos tareas, creamos vestuario. En realidad, como artistas de verdad, reutilizamos un vestuario que ya teníamos. Buscamos música  africana para el baile y una melodía para la retahíla. En equipo -de otra forma no hubiese sido posible- construimos una banda sonora para la leyenda nigeriana. Contamos la leyenda, la cantamos, y en el escenario de un teatro así se nos vio, escuchó, aplaudió… y este cuento se acabó.

MIRTA MORÁN

En esta dirección de internet está la grabación completa de la representación de todos los colegios que intervinieron en el curso de formación  CBS (Crea la banda sonora de tu vida) del CPR de Gijón, en el que participamos con El Sol, La Luna y el Agua.

https://www.youtube.com/watch?v=MTX8y5HBhbo ( en el minuto 13:00, nuestra actuación en La Laboral, en el concierto “Crea la banda sonora de tu vida”)

 

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Un, dos, tres… TIGRES

Un aula de educación infantil, dos libros y unos cuantos tigres…

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LA HISTORIA DEL PEQUEÑO BABACHI

Autora: Helen Bannerman
Ilustrador: FranMarcellino
Traductor: John Stone/Rosa RoigEditorial: Juventud,Barcelona -1998

Cuatro feroces tigres
no comen trigo en un trigal ,
pero dan vueltas y vueltas
a la palmera sin parar.

 

La historia de Bábachi, un pequeño niño indio, tiene todos los ingredientes que aseguran que un libro va a funcionar cuando el público es de corta edad, que no de corto entendimiento.
Desde el principio, solamente con los nombres, les engancha y les hace partícipes: el pequeño Bábachi, la mamá, Mámachi y el papá …Si tardamos un poco en decirlo, es seguro que se anticipan adivinando el nombre. La historia tiene cuatro secuencias repetidas con ligeros cambios. Situaciones cómicas, como que el tigre se ponga las babuchas en las orejas porque no le sirven de calzado, teniendo como tiene cuatro fuertes patas; o el espectáculo de ver vestidos a los tigres al tiempo que van despojando al pobre Bábachi. Risa y emoción se acompañan sin estorbarse.
En la historia, el débil Bábachi parece estar llamado a ser el perdedor frente a los fuertes y poderosos tigres; pero la arrogancia de éstos junto con el ingenio de Bábachi y su habilidad para saber resolver en cada momento las situaciones difíciles que se suceden , inclinarán la balanza a su favor.
En un enlace que encontré en Internet, explican que en la versión original los nombres eran otros y que la historia fue tachada de racista en Japón probablemente por las adaptaciones americanas. En este enlace también hacen una reseña de la autora y el ilustrador.

En nuestra escuela parece que últimamente los cuentos se mezclan y entremezclan unos con otros, o puede ser que queramos mezclarlos porque los tenemos presentes, los recordamos, los hacemos nuestros y así surge la relación con ellos en muchas de las actividades y vivencias de clase. Esta vez, al leer la historia del pequeño Bábachi coincidiendo con la fiesta de carnaval, varias cosas se unieron al cuento: Comimos fisuelos (“se parecen a las tortitas de Bábachi”) circulares, amarillas y con manchas marrones; Con ellas hicimos un tigre y en papel un Bábachi con cada una de las prendas que iba dando a los tigres para que no le comiesen. En nuestro caso, el tigre no era nada temible y sí muy comestible.
tigre comestible

En repetidas (a petición suya) lecturas del cuento, lo relacionamos con otro cuento de un tigre que hacía poco habíamos leído: “ Tigre trepador”, título que parece un trabalenguas y que dio pie a trabarse la lengua con otros tigres conocidos por todas y todos.
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TIGRE TREPADOR
AnushkaRavishankar/PulakBiswas
ThuleEdiciones, 2005

La historia de Tigre trepador nos había gustado, pero sobre todo habíamos centrado nuestra atención en la textura y color de las hojas del libro: las tocamos, observamos las ilustraciones y analizamos cómo se conseguían los efectos visuales deseados utilizando pocos colores. El color del papel es uno más a tener en cuenta a la hora de crear las imágenes y darles fuerza, expresión y movimiento. El tigre es una mancha naranja sobre un fondo amarillo, con rayas negras grabadas encima.
La relación entre los dos cuentos nos viene dada: Aparecen tigres en los dos, pero las ilustraciones son muy diferentes. En el pequeño Bábachi los dibujos son realistas, detallistas, podrían ser una fotografía; en Tigre trepador no: los tigres, por no tener, no tienen ni contorno delimitado.
En la historia de Bábachi los cuatro tigres al final de la historia se derriten de envidia, rabia,presunción y con la manteca en la que se convierten la madre de Bábachi hace tortitas, muchas tortitas: Tortitas redondas, amarillas y con rayas naranjas , marrones y negras como en las hojas del cuento de Tigre trepador… ¡y como nuestros “fisuelos”! Círculos en diferentes tonos de amarillo aparecen en clase y con ellos haremos distintas actividades plásticas, que nos servirán como material manipulativo en… múltiples juegos. Siempre sobre las bases amarillas, como las hojas de Tigre trepador, dibujaremos líneas con diferentes consignas: utilizamos marrón , naranja, negro o solamente un color sobre el amarillo; pintamos el amarillo con naranja en diferentes manchas y sobre ellas trazamos en negro letras, números, rayas, puntos… o simplemente llenamos el círculo de puntos de los tres colores o pegamos papeles de los colores elegidos y así todas las variaciones que se nos ocurran hasta conseguir 156 tortitas que se comió Bábachi. No sabemos contar hasta ese número , probablemente, pero sí sabemos contar montones de 10, y hacer gusanos de 10 círculos…tenemos que conseguir tortitas para hacer 15 gusanos de 10 círculos y nos tienen que sobrar 6 círculos. ¡Tenemos mucho trabajo por delante!
circulos
En el momento de empezar esta aventura estábamos conociendo la vida y obra de Paul Klee. Su definición de dibujar -“sacar a pasear a una línea”- es la consigna perfecta cada vez que decoramos nuevas tortitas de cartulina . No solamente la sacamos a pasear; a veces la hacemos bailar con “el garabato musical”. ¿Quieres saber qué es eso? Otro día podemos explicarlo, cuando en algún cuento aparezca. Porque seguro, seguro, en alguna historia está.
Mirta

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ARLEQUÍN

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Arlequín
Un poema de Federico García Lorca ilustrado por André da Loba:
Proyecto del equipo TresBrujas. Barbara Fiore Editora.

Conversación inventada  entre dos  familias:
Familia 1:sus hijos van a comenzar su escolarización.
Familia 2 :tienen a sus hijos escolarizados en  Ed Infantil y en los  primeros cursos de primaria.

– ¿Qué hacen en la escuela?
– Aprender jugando, dicen que todos los días aprenden jugando , también les leen y van a exposiciones,  al teatro, pasean alrededor de su escuela …

–  ¿Y así aprenden a leer?
– Sí, sí  no solo  aprenden a leer  , les gusta leer,  les gusta leernos sus libros, escenificarlos, dormirse leyéndolos o mejor escuchando como se los leemos, leerlos acompañados y leerlos  a solas , a gritos , susurrando y en silencio.

–  ¿ Y qué tipos de libros leen?
– Libros que emocionan, solo con imágenes sin texto , con imágenes y textos que nunca podrían ir separados , libros buenos, buenos  libros con buenas historias, con historias que nunca les  dejan , ni nos dejan ,indiferentes. En algunas ocasiones es casi mágico, libros con los que juegan, se divierten , actúan, experimentan, investigan , con los que son cómplices y de los que no se separan , ni para dormir.

– ¿Sí?, dime alguno
– Arlequín es uno de esos libros, es un libro juego, un libro puzzle, un libro poema, un libro teatro, una fiesta de libro.

– ¿Lo tenéis en casa?
– Aún no, pero lo tendremos sin duda

–  ¿Y entonces  cómo lo conoces?
– Porque  nuestras hijas e hijos vienen  emocionados de la escuela  con una pequeña maleta que dice contener “Un libro muy especial” ( en una ocasión era Arlequín), y cuando llega , una pista de circo se instala  rápidamente en el salón , un público emocionado (nosotros) tararea música de circo para que comience la función.  y ante nosotros se despliega  una escenificación poética visual y sonora. Poco a poco aparece Arlequín, cuatro versos ,16 palabras lo acompañan en su presentación:

Teta roja del sol, su brazo derecho nos saluda.  Teta azul de la luna, sus brazos extendidos parecen dispuestos a llegar a ti y abrazarte. Torso mitad coral, un pájaro lunar aparece en el escenario, vuela por Arlequín y nuestra mirada le acompaña. Mitad plata y penumbra y ya está ante nosotros en cuerpo entero Arlequín mostrando todo su color; colores definidos, vivos, alegres, que bailan al ritmo que hagamos bailar a Arlequín.

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Toca volver a tararear para cerrar adecuadamente el libro , sí , si adecuadamente , porque no es un libro al uso en eso tampoco. Cerrar el libro es todo un ejercicio de malabarismo, de equilibrio, teniendo en cuenta que esta escenificación casi siempre se hace encima de una silla , en una pequeña escalera, vamos ¡por todo lo alto!

Ver cómo abren el libro, escuchar cómo recitan el texto  y cómo cuidadosamente y en el orden correcto pliegan cada una de sus partes, es un espectáculo.  Arlequín se despide y aplaudimos encantados y no estamos fingiendo, lo hemos disfrutad. Por si fuera poco luego podemos en familia seguir deleitándonos con los detalles de cada una de sus seis tapas duras cuadradas  llenas de color, de detalles, de múltiples historias. Siempre encontraremos algo nuevo que observar,  nuevas relacionas  visuales con el texto  poético que una y otra vez recitaremos con emoción. Podremos sentar  a Arlequín  a nuestro lado, investigar sobre su vida, saludar con su brazo rojo, saludar con su brazo azul , jugar a convertirlo en un cubo, hacer una cueva, un túnel…

 

¿ Y si preguntas a las niñas y niños que lo leen , qué dicen?
Pues dicen cosas como estas:

 Me gusta Arlequín porque:
– tiene sorpresas y colores
– es muy colorido
– ¡se abre!
– tiene cosas bonitas
– es flexible
– tiene secretos
– se parece a Pinocho y es muy divertido
– tiene muchos dibujos
– se abre y tiene muchos colores
-tiene muchas sorpresas
– mola mucho
-porque sí

Arlequín es un libro poema, un poema hecho libro, es juego de color, de formas, de construcción.  ¡Es un espectáculo!

Arlequín no es un libro. Es mucho más que un libro.

 

Mirta

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ZORRO …para peques y grandes

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ZORRO

Margaret Wild & Ron Brooks

Ediciones Ekaré, 2014

 Una buena historia tiene que golpear a la puerta de nuestra conciencia y despertar sentimientos, emociones y opiniones. Este bello y estremecedor álbum lo hace.

“-¡Toc, toc!

-Quién es?

-Soy Zorro

-¿Qué querías?

-¿ Tú crees que Perro y Urraca me perdonarán y serán mis amigos?

– Seguro que sí, para que el cuento acabe bien… pero yo no lo haría.” (Olaya-6 años-1º de Primaria)

Zorro es un álbum brillante y oscuro al mismo tiempo, tanto en sus ilustraciones y colores como en los sentimientos que provoca cada uno de los momentos vitales y visuales de la historia.

Perro y Urraca son dos, pero a la vez un todo: se complementan, la lealtad les une, porque Urraca sabe que Perro la quiere y desea que casi consiga su sueño interrumpido por la fatalidad: volar.

-“¡VUELA, Perro, VUELA! Yo seré tu ojo perdido y tú serás mis alas.”

Zorro entra en escena, con un espléndido pelaje rojo… y unos ojos brillantes e inquietantes que, encuadrados que en un primerísimo plano, nos observan mientras el texto narra que no dejan de mirar a Urraca.

Urraca recela.

Perro intuye su soledad y le acoge.

Urraca está alerta, pero la seducción que le produce la repetida propuesta de Zorro es más fuerte que su voluntad, firme hasta entonces, de no traicionar a Perro.

Brillan los colores de este álbum desde este momento hasta llegar a un abrasador desierto y un negro, muy negro pensamiento, con un destello final de superación.

La historia no tiene un cierre, no lo puede tener: Zorro tiene que golpear a la puerta de conciencias de cualquier edad y debemos estar muy atentos al final que le queramos dar.

Por si fuera poco todo lo que puede remover la lectura de esta historia de amistad y soledad, las guardas nos reciben con un bosque en llamas, imagen desoladora, y terminan con un renovado y verde bosque que podemos interpretar como un mensaje de esperanza.

Mirta

Cuando Mirta nos explicó Zorro y a qué alumnado se lo había leído, y cuál había sido la reacción, quedé estupefacta. Pero Mirta es mucha Mirta, así que decidí probar con los míos, y traigo el

MÉTODO DEFINITIVO PARA ACALLAR A UNA CLASE DE 1º ESO

  1. Saque el libro de la bolsa sin darle importancia, y comente que ha traído otro de sus cuentos. Use la palabra “cuento” y no “libro”. No sé bien por qué, pero diga “cuento”.
  2. Enseñe la cubierta, las guardas y la portada con cara de póquer, como si nada extraordinario fuera a ocurrir.
  3. No se altere si van comentando cosas, imágenes… ni siquiera si, al aparecer el zorro, quieren dejarle claro que ya saben que él es el malo.
  4. Ignore el silencio ansioso que surge cuando Zorro tienta a Urraca, pero deléitese espaciando su respuesta.
  5. Ya está. Todos completamente callados. Tal silencio se mantendrá unos cinco minutos, hasta que, lentamente, van saliendo de la nube de sorpresa en la que esta obra les envuelve.

Atención: Caso de haber algún alumno especialmente expresivo es posible que, además de con un silencio, salgamos de clase con una amonestación por un inesperado e inevitable “¡hijoputa!”.

Lorena

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LA PRIMERA VEZ QUE NACÍ

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Autor: Vincent Cuvellier

Ilustrador: Charles Dutertre

Ediciones S.M 2007

Mamá al volante, niña en el asiento trasero.

La niña recita:

La primera vez que abrí los ojos, los cerré rápidamente. Lloré. Levanté mis manos al cielo y las posé entre dos montañas de leche. Dejé de llorar. Abrí los ojos por segunda vez en mi vida. Vi la luz más suave del mundo: eran los ojos de mamá.

Mamá al volante casi frena bruscamente y, al día siguiente, me pregunta emocionada: ¿qué libro estáis leyendo? y ¿cuántas veces lo habéis leído? ¡Se lo sabe de memoria!

¿Se puede repetir la lectura de un cuento en una clase de Infantil? Se puede y se debe. Puede que no todos los cuentos faciliten la tarea, pero la repetición no les aburre: ya saben la historia y eso les hace tener una nueva actitud al escuchar. Podríamos decir que son oyentes-lectores porque ellas y ellos son capaces de leer-contar -casi recitar como en este caso- el cuento o partes del cuento.

La primera vez que nací lo leímos cuarenta y siete veces, pero solamente una vez la historia entera. Es que… ¡hay truco!. Cuarenta y siete veces y con el mismo grado de entusiasmo y atención, no permitiendo que se nos olvidase leerlo. Cuarenta y siete veces que iban a ser cuarenta siete días, aunque luego cambiamos un poco la consigna inicial y fueron menos.

El primer día leímos la primera página y observamos la ilustración.

-¿Niño, niña?

-…-Niña. Tiene cara de niña, tiene coletas…

El segundo día leímos la primera doble página y la siguiente. Y así, día a día, se leía una página más, siempre empezando por el principio. A los pocos días ya pedían que leyese más y así lo hicimos, pero como mucho tres. La atención no disminuía. Las risas ya se esperaban y les encantaba saber lo que iba a pasar, a la vez que la intriga por lo que escondía la nueva doble página se mantenía. El texto siempre a la izquierda con la misma entradilla “la primera vez que…” y la ilustración a la derecha. Había situaciones preferidas y esperadas con impaciencia y otras en las que añadíamos una acción, como en la página que dice:

” La primera vez que eché a andar me caí. La primera vez que me caí, me levanté. La primera vez que me levanté, eché a andar.”

Además de lo fácil, repetitivo y divertido que les resultaba el texto, al terminar de leerlo escenificábamos la acción señalando el recorrido y cuando llegábamos a la estrella, que representaba la caída, tenían que decir “pumba”. Seguíamos caminando, nos salíamos de la hoja y llegábamos más lejos. Imposible leer esa página sin hacer el juego .

Todo lo que este precioso álbum guarda en sus textos e ilustraciones -ironía, situaciones absurdas, realismo, ternura, diversión… todo les llega. Lo entenderán a su medida, a su manera, pero les llega. Al leer la última página y por primera vez la historia completa, saben que aunque la primera y la última ilustración se parecen, no son iguales. Yo quiero asegurarme. Las comparamos y les hago dudar: -¿Será la misma mamá?…

-¡No! ¿No ves que la niña tiene dos lunares y la primera solamente tenía uno? ¡La niña ahora es la mamá!

Mirta

Aside
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Pomelo

Pomelo es feliz. Ramona Badescu y Benjamin Chaud (il.).  Kókinos, 2005.

Pomelo no es un elefante como la mayoría de los elefantes. Podríamos colocarlo en el grupo de elefantes extraños -que los hay-: elefantes que vuelan, elefantes de colores, elefantas de color rosa… Precisamente ése es su color: es un elefante rosa. Además es pequeño, pequeño, muy pequeño. Tan pequeño que vive  bajo su flor de diente de león y tiene una trompa muy, muy larga, que le trae algún que otro problema pero  también le permite hacer cosas divertidas.

Textos cortos, unidos a ilustraciones sencillas que describen con todo detalle cada una de las situaciones -algunas de ellas sorprendentes-, facilitan la lectura colectiva y que se sientan atraídos por el personaje y sus amigos. Pomelo es feliz y nos hace felices leyendo sus historias, aunque a veces también tiene miedo. Vamos, que podría ser cualquier compañera o compañero de  clase y eso es lo que decidimos: ¡hacerlo nacer para que viva con nosotros! Pero ¿cómo?

Aquí empieza el debate: “¡Dibujado!”; “No, una foto”; “Mmmm, para eso tenemos el libro”;  “No: queremos jugar con él”.

Con un corcho pintado de rosa, dos chinchetas  y una cinta para la trompa, podemos hacer un Pomelo. La trompa tendría que ser muy larga, así que con ayuda de nuestro “Señor Metro” estuvimos midiendo y decidimos que sería suficiente con una trompa de medio metro. Nos pusimos manos a la obra.

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Ahora cada niña y cada niño de la clase tiene su Pomelo. Son Pomelos a la medida: a la medida de nuestra pequeña mano; a la medida para meterlo en una caja de cartón o dentro de la bandeja de las pinturas; a la medida para hacer equilibrio con él; a la medida para medir cosas con su trompa (una mamá nos dijo que casi todos nosotros medíamos lo mismo que la trompa  de Pomelo cuando nacimos); a la medida para leer su nombre porque tiene las letras que mejor conocemos hasta ahora; a la medida para hacer volar su trompa al viento; a la medida de… todo lo que se nos pueda ocurrir. Nuestros Pomelos de corcho no viven debajo de un diente de león, pero sí felices en nuestras cajas de cartón.

Mirta