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PPRRRRRIIIT: el libro de los sonidos

PPRRRRRIIIT: el libro de los sonidos. Un viaje sonoro para crear y experimentar

Cristina Cubells y Joana Casals

Zahorí Books, 2022

“Nada hay en la mente que no haya entrado antes por los sentidos” Aristóteles

Está demostrado científicamente que escuchar sonidos agradables ayuda a regular nuestras emociones y puede ser beneficioso terapéuticamente. Escuchar es la antesala de hablar y lograr una buena discriminación auditiva nos prepara para afrontar la lectoescritura. Con todas estas premisas este trimestre nos lanzamos a escuchar atentamente los sonidos que nos rodean, naturales y artificiales. Resulta sorprendente observar cómo, una vez educado este sentido, pequeños que no llegan a los 6 años son capaces de disfrutar con el sonido de una tijera cortando tela o describen a la perfección por qué un sonido les resulta desagradable o placentero.

Habitando una escuela rural no hay sonido que más nos acompañe en el día a día que el canto de los pájaros que vienen a visitarnos cada mañana: raitanes, cuervos, gorriones… se posan en nuestras casitas de madera colgadas de los árboles y nos acompañan con sus cantos.

Enseguida los pequeños hacen el silencio para escucharlos e incluso alguno es capaz de diferenciarlos.

Así que cuando llegó al aula Pprrrrriiit: el libro de los sonidos, de Zahorí Books, el triunfo estaba asegurado. Un álbum que nos invita a transitar paisajes sonoros y a escuchar y diferenciar distintos sonidos.

Una propuesta diferente para un informativo que cuida las ilustraciones, conjugando de una manera muy acertada vista y oído.

En nuestra pequeña comunidad de “oyentes ansiosos” hubo aplausos, risas, caras de disgusto, asco e incluso algo de miedo con algún sonido. Y sobre todo hubo mucha, mucha creatividad.

¿Y si nos atrevemos, como hace el álbum, a dibujar nuestro sonido favorito? Así encontramos lugares comunes, como el mar y una noche de tormenta, y otros sorprendentes -¡ay, la mente infantil y sus entresijos!- cómo el ronquido de papá -la afectividad del que está presente, aunque sea roncando- o un cerdo gruñendo mientras hace surf.

Si os apetece probar, os invito a cerrar los ojos, concentrarse y dejarse llevar (a las maestras os recomiendo que los ojos queden entreabiertos).

Ana Nafría