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LA PRIMERA VEZ QUE … CUMPLÍ TRECE AÑOS

La primera vez que nací

LA PRIMERA VEZ QUE NACÍ

Vincent Cuvellier y Charles Dutertre

Editorial SM

La primera vez que me leyeron este libro lo hizo una bruja. La primera vez que me lo contó me enamoró. La primera vez que lo leí para mí, recordé. La primera vez que se lo leí a mi lector más exigente, recordó la primera vez que mami le había leído un cuento. La primera vez que lo llevé al instituto y lo leímos pusieron cara rara primero, luego fueron sonriendo y acabaron entusiasmados.

La primera vez que nací nos cuenta la historia de Carlota, desde que nace hasta que se hace mamá. A través de sus recuerdos pasamos por su niñez, por su adolescencia, hasta que se convierte en una mujer adulta; descubrimos el amor y el dolor; crecemos con Carlota. Los textos son claros, normalmente cortos e ilustrados con imágenes sugerentes, de colores discretos y trazo sencillo (la imagen de la música, con ese cordón umbilical en forma de clave de sol es sencillamente genial)

Este libro para niños y no tan niños es un álbum ilustrado y es preciosísimo. Así lo digo.

Es un libro para saborear, para leer y releer los textos. Para mirar y remirar las imágenes. Es un libro que hace trampa. Empiezas a leerlo sin saber lo que te vas a encontrar y de pronto te ves inmerso en un montón de recuerdos y sensaciones. Te ayuda a rememorar situaciones, sentimientos, personas. Y te hace trampa porque has empezado su lectura sin saber, sin estar preparado para lo que va a remover en tu interior.

Hace trampa porque cuenta cosas muy importantes:

  • El valor de la música. “La primera vez que escuché música, no era la primera vez”.
  • De qué va esto de vivir. “La primera vez que eché a andar, me caí. La primera vez que caí, me levanté. La primera vez que me levanté, eché a andar”.
  • Lo que duele querer: La primera vez que mi abuelo murió, mamá me abrazó para consolarme. Pero, en realidad, fui yo quien la abrazó para consolarla.”
  • La aventura del amor: “La primera vez que le vi, llevaba una camisa celeste y le brillaban los ojos”.
  • Lo que supone ser padre y madre: “La primera vez que naciste, fue la segunda vez que nací yo”.

Les propuse a mis alumnos de 1º ESO que echaran la vista atrás y que bien solos, o ayudados por sus padres, recordaran sus primeras veces. El ejercicio les encantó. Leímos en voz alta esos recuerdos y nos reímos un montón, pero también nos quedamos serios, pensamos, vimos que en muchas cosas somos iguales… He aquí una muestra de un listado enorme de primeras veces (esta vez las tareas les parecieron divertidas e hicieron más de lo que se les pedía).

  • La primera vez que nací yo me quedé mirando a mi padre con los ojos abiertos como platos.
  • La primera vez que me hice un esguince dolió. Y la segunda. Y la tercera.

Mateo

  • La primera vez que me asusté fue a raíz de un anuncio de televisión. Tendría unos cuatro años, salía un elefante que daba un bramido muy fuerte y asustaba a una abuela que salía disparada por la ventana. Yo lloraba tanto que tenia que llamar a mi abuela por teléfono para ver si estaba bien.
  • La primera vez que recuerdo que me disfracé fue de Spiderman. Llevaba un traje con muchos músculos y me creía con superpoderes. Entré con la máscara en la frutería donde siempre voy y hacían como que no me conocían y se asustaban.

Alejandro Aramendi

  • La primera vez que sangré por las narices pensaba que me estaba muriendo.

Alejandro Caveda

  • La primera vez que cogí a mi hermana en brazos como era tan pequeña pensé que era un muñeco.
  • La primera vez que probé la coca cola las burbujas me subieron a la nariz y me produjeron un escalofrío.

Lucía

  • La primera vez que monté en moto atravesé el bardial.
  • La primera vez que nadé me quitaron la burbuja para ir al baño. Al volver, me tiré sin burbuja y casi me ahogo.

Pelayo

  • La primera vez que hablé, dije Mamá.

Indira

  • La primera vez que fui a un parque de atracciones no me subí a ninguna.
  • La primera vez que toqué la arena de una playa, quemaba.

Luis

  • La primera vez que monté en bicicleta, pensaba que iba sola, pero me estaba agarrando mi padre.

Martaprimera vez que en carnaval vi a uno disfrazado de marciano, grité: Es ET

Carlos

  • La primera vez que caminé fue en casa de mi abuela, pero fue casualidad. Tardé mucho en repetirlo.

María Granda

  • La primera vez que escribí, escribí mi nombre.
  • La primera vez que fui a la playa hice un castillo de arena.

Selene

  • La primera vez que toqué un gato casi me araña.
  • La primera vez que vi un payaso me asusté. NO me gustan los payasos.

Estefanía

  • La primera vez que oí música me puse a bailar.
  • La primera vez que fui a la guardería lloré para entrar y para salir.

Sara

  • La primera vez que me sentí mayor llevaba tacones de plástico.
  • La primera vez que me disfracé dormí con el disfraz.

Daniela

  • La primera vez que me abrazó mi padre no me acuerdo.
  • La primera vez que intenté bucear tragué mucha agua.

Alba

  • La primera vez que probé el limón, mi ceño se frunció. NO me gustó nada.
  • La primera vez que fui al colegio la profesora se puso a cantar. La verdad, me asusté.

Iris

  • La primera vez que fui a la piscina no paraba de mirar a mi madre, que estaba en las gradas.
  • La primera vez que fui a la playa comí arena.

María Fernández

 

Lo tengo claro: va a haber muchas primeras veces.

 

Flor.

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LA PRIMERA VEZ QUE NACÍ

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Autor: Vincent Cuvellier

Ilustrador: Charles Dutertre

Ediciones S.M 2007

Mamá al volante, niña en el asiento trasero.

La niña recita:

La primera vez que abrí los ojos, los cerré rápidamente. Lloré. Levanté mis manos al cielo y las posé entre dos montañas de leche. Dejé de llorar. Abrí los ojos por segunda vez en mi vida. Vi la luz más suave del mundo: eran los ojos de mamá.

Mamá al volante casi frena bruscamente y, al día siguiente, me pregunta emocionada: ¿qué libro estáis leyendo? y ¿cuántas veces lo habéis leído? ¡Se lo sabe de memoria!

¿Se puede repetir la lectura de un cuento en una clase de Infantil? Se puede y se debe. Puede que no todos los cuentos faciliten la tarea, pero la repetición no les aburre: ya saben la historia y eso les hace tener una nueva actitud al escuchar. Podríamos decir que son oyentes-lectores porque ellas y ellos son capaces de leer-contar -casi recitar como en este caso- el cuento o partes del cuento.

La primera vez que nací lo leímos cuarenta y siete veces, pero solamente una vez la historia entera. Es que… ¡hay truco!. Cuarenta y siete veces y con el mismo grado de entusiasmo y atención, no permitiendo que se nos olvidase leerlo. Cuarenta y siete veces que iban a ser cuarenta siete días, aunque luego cambiamos un poco la consigna inicial y fueron menos.

El primer día leímos la primera página y observamos la ilustración.

-¿Niño, niña?

-…-Niña. Tiene cara de niña, tiene coletas…

El segundo día leímos la primera doble página y la siguiente. Y así, día a día, se leía una página más, siempre empezando por el principio. A los pocos días ya pedían que leyese más y así lo hicimos, pero como mucho tres. La atención no disminuía. Las risas ya se esperaban y les encantaba saber lo que iba a pasar, a la vez que la intriga por lo que escondía la nueva doble página se mantenía. El texto siempre a la izquierda con la misma entradilla “la primera vez que…” y la ilustración a la derecha. Había situaciones preferidas y esperadas con impaciencia y otras en las que añadíamos una acción, como en la página que dice:

” La primera vez que eché a andar me caí. La primera vez que me caí, me levanté. La primera vez que me levanté, eché a andar.”

Además de lo fácil, repetitivo y divertido que les resultaba el texto, al terminar de leerlo escenificábamos la acción señalando el recorrido y cuando llegábamos a la estrella, que representaba la caída, tenían que decir “pumba”. Seguíamos caminando, nos salíamos de la hoja y llegábamos más lejos. Imposible leer esa página sin hacer el juego .

Todo lo que este precioso álbum guarda en sus textos e ilustraciones -ironía, situaciones absurdas, realismo, ternura, diversión… todo les llega. Lo entenderán a su medida, a su manera, pero les llega. Al leer la última página y por primera vez la historia completa, saben que aunque la primera y la última ilustración se parecen, no son iguales. Yo quiero asegurarme. Las comparamos y les hago dudar: -¿Será la misma mamá?…

-¡No! ¿No ves que la niña tiene dos lunares y la primera solamente tenía uno? ¡La niña ahora es la mamá!

Mirta